Cuando alguien piensa en ir a vivir a los Estados Unidos, lo primero que imagina es una tarjeta de residencia, popularmente conocida como green card. Sin embargo, esa no es la única opción, ni la más sencilla, observó la abogada Natalia Fridman. “Lo primero que hay que hacer es distinguir entre aplicar para un green card, que es una residencia permanente en los Estados Unidos, o aplicar para una visa temporal que te permite relocalizarte, trabajar y vivir con todo tu grupo familiar en Estados Unidos por un determinado tiempo”, explicó. “La tramitación de una visa temporal es mucho más rápida”.
En su práctica —tiene 17 años de experiencia en el área inmigratoria de negocios—, por lo general la persona o la familia que desea inmigrar a los Estados Unidos se inclina inicialmente por una visa temporal. “Una vez instalados, comienzan alguno de los procesos de green card que son los de residencia permanente”.
En las primeras consultas, la fundadora de Fridman Immigration Law, analiza las diferentes posibilidades de relocalización, de una persona o de toda la familia, en Estados Unidos. “Normalmente la intención es mudarse en el corto plazo, ya sea por un compromiso laboral, el colegio de los hijos o algún motivo personal. El cliente suele optar por iniciar su proceso inmigratorio a través de una visa temporal”.
Desde luego, “hay casos en que el cliente opta por aplicar desde el inicio para la green card permanente”, observó, “sabiendo que el proceso no será tan inmediato”. Los plazos estimados van de uno a dos años. En cambio, “el plazo para las visas temporales, entre que se preparan y salen aprobadas, es de tres a cinco meses”.
Una favorita: la visa de inversionista
Entre esas opciones se destacan las visas E1 (intercambio comercial), E2 (inversor), L1 (transferencia de manager o ejecutivo), O1 (habilidades extraordinarias), F1 (estudiante) y J1 (pasante). “Es bueno aclarar que todas estas visas dejan abierto el camino hacia la residencia permanente”, añadió.
La más frecuente es la visa de inversor. Tiene una ventaja en particular: “Depende solamente de la persona interesada. Es decir, no hace falta esperar que un tercero te haga una oferta de trabajo. Para obtenerla se requiere una inversión de dinero en un negocio activo que al momento de solicitar la visa debe estar operativo y proyectar una ganancia que vaya más allá de la supervivencia del inversor”.
El inversor debe probar el origen legítimo de los fondos y mudarse a los Estados Unidos para dirigir y expandir el negocio. “Hay muchos ejemplos de negocios: se puede comprar un fondo de comercio, desarrollar un negocio propio desde cero, o adquirir una franquicia o cadena. Los rubros van desde el gastronómico hasta peluquería, pasando por lavaderos de auto, gimnasios, ventas de motos, de ventanas, escaleras, etc.”
Los plazos del trámite son cortos, además. Puso como ejemplo un inversionista de Argentina —ella también nació allí, y se graduó en Derecho antes de emigrar y especializarse en la Universidad de Miami—, que en la actualidad puede solicitar una cita para la visa E2 en la embajada estadounidense y tener su entrevista dentro de los dos meses.
Ilustró: “Viene un cliente, se baja del avión, ve una peluquería, la compra en dos semanas. Su abogado de migración prepara el trámite en dos meses. En cuatro meses está viviendo acá y sus hijos están en la escuela. Es bastante inmediata. Y el cónyuge puede trabajar y los hijos menores de 21 años pueden estudiar”.
¿Por qué varía el dinero a invertir?
No existen cantidades de dinero específicas estipuladas por inmigración, “pero la ley establece que debe ser sustancial, es decir, que con lo que se invierta sea posible desarrollar un negocio rentable”, detalló Fridman. “Nosotros sugerimos cifras, pero dependen de varios factores, entre ellos el conocimiento del inversor en su área”.
A mayor conocimiento y know how, el inversor requiere menos dinero para desarrollar su negocio, hacerlo rentable y expandirlo rápidamente en términos de ingresos y contratación de empleados, explicó. “El oficial consular analiza detalladamente que el negocio cumpla con los requisitos. Si alguien vendía motos en México y compra una agencia para la venta de motos en Miami, puede invertir mucho menos que si lo hago yo, que soy abogada y no sé cómo explotarlo. Una persona que trae un know how puede invertir menos dinero que una que se lanza a invertir en un área sin experiencia previa”.
Eso no significa que se rechace a un inversor nuevo en un área. “Si alguien trabajó toda su vida en un banco puede venir y abrir un lavadero de autos; pero el que tiene cinco lavaderos de autos en su país seguramente podrá hacerlo con menos dinero”, ilustró.
La alternativa del intercambio comercial
Otra opción es la E1: requiere un intercambio comercial frecuente entre la persona y los Estados Unidos, en áreas como tecnología, productos y servicios. “Por ejemplo una agencia de marketing de Colombia produce servicios que le brinda a la compañía que ellos mismos tienen en Estados Unidos”, siguió la experta. “La compañía americana a su vez los vende y le paga a la compañía de Colombia. Eso genera una visa de intercambio comercial. Esta alternativa sirve para servicios y también para productos de importación y exportación”.
No hace falta que el solicitante de la visa sea propietario de la compañía: “Tanto la E-1 como la E-2 permiten que se presenten dueños (del 50% o más) o empleados en funciones de gerente o ejecutivos”, aclaró Fridman.
Algo destacable es que estas visas no requieren que el inversor se mude inmediatamente: “No exigen una presencia física determinada en Estados Unidos. El inversor puede armar el negocio, aplicar a la visa, y venir a operarlo y expandirlo durante el año, sin necesidad de radicarse en Estados Unidos. Esta flexibilidad es importante para muchos clientes”.