A simple vista, parece un típico bol de helado de vainilla, pero en realidad está hecho con residuos de plástico. Sí, plástico, el material que está formado por compuestos que tienen la propiedad de ser maleables y que hoy es motivo de preocupación en el mundo. Porque muchos no pueden reciclarse y utilizan productos petroquímicos contaminantes como ingredientes básicos.
La artista y diseñadora italiana Eleonora Ortolani quiere cambiar la concepción de lo que significa comestible y creó el helado a partir de plástico. Aunque defiende su innovación, reconoce que también ha recibido críticas por hacerla.
Aún el desarrollo tiene que someterse a pruebas que permitan evaluar si es apto para el consumo humano. Mientras tanto, Ortolani compartirá su creación en una exposición llamada “Guilty Flavors”. Para hacer el helado, contó con la colaboración de científicos de la Universidad de Edimburgo, Escocia, que trabajan en biotecnología.
0 seconds of 47 secondsVolume 90%Científicos de Edimburgo diseñaron una enzima que introdujeron en la bacteria E. coli para que pudiera romper enlaces en moléculas de plástico. Otra enzima sintetizó estas moléculas desligadas en vainillina. Con el resultado, la artista Ortolani hizo el helado/Archivo (Reuters)
En realidad, la vainillina que contiene el helado es de lo que procede del mismo plástico que se puede encontrar en las botellas. “Lo hice colaborando con bacterias y enzimas que en realidad evolucionaron de forma natural para digerir el plástico”, contó a la agencia Reuters.
Para obtener el helado, el proceso requiere que bacterias y enzimas digieran el tereftalato de polietileno -más conocido como PET-, que es un plástico utilizado habitualmente en botellas, envases y recipientes alimentarios. Lo convierten en vainillina, la molécula que da sabor a la vainilla.
En 2021, el grupo de Edimburgo había publicado su hallazgo. Encontraron que la bacteria común Escherichia coli puede utilizarse como medio sostenible para convertir el plástico después de su uso en vainillina. Publicaron el estudio en la revista Green Chemistry.
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Según los expertos, la transformación podría impulsar la economía circular, cuyo objetivo es eliminar residuos, mantener los productos y materiales en uso y tener repercusiones positivas para la biología sintética.
Cada año se producen unos 50 millones de toneladas de residuos de PET, lo que tiene graves repercusiones económicas y ambientales. El equipo también demostró cómo funciona la técnica convirtiendo una botella de plástico usada en vainillina añadiendo la bacteria a los residuos plásticos degradados.
El doctor Stephen Wallace, investigador principal del estudio, afirmó en el momento de la publicación del estudio: “Nuestro trabajo desafía la percepción de que el plástico es un residuo problemático y, en cambio, demuestra su uso como un nuevo recurso de carbono del que se pueden obtener productos de alto valor”.
En tanto, Ellis Crawford, Editor de Publicaciones de la Royal Society of Chemistry del Reino Unido, sostuvo que “el uso de microbios para convertir residuos plásticos, que son nocivos para el ambiente, en un importante producto básico y una molécula de plataforma con amplias aplicaciones en cosmética y alimentación es una hermosa demostración de química verde”.
Ahora, la científica Joanna Sadler que participó en el estudio de 2021 colaboró con la artista italiana y aportó las bacterias para el proyecto.
”Una vez que se descomponen los plásticos, en este caso el PET, una vez que se descomponen en sus componentes básicos, que llamamos monómeros, se pueden convertir en muchas, muchas cosas diferentes”, señaló Sadler. Aunque reconoció que ha recibido críticas por sus investigaciones sobre la degradación y el reciclado del plástico como materia prima para el crecimiento microbiano.
“Quiere dejar claro que productos como el helado de Ortolani no llegarán pronto a las estanterías de los supermercados”, admitió Sadler.
”Incluso algunos ciudadanos me han escrito diciendo que es irresponsable animar a la gente a comer plástico. Creo que existe un concepto erróneo de lo que es el plástico al final del proceso. Pero creo que es muy importante que nos tomemos muy en serio la seguridad y que dejemos muy claro que tiene que pasar exactamente por los mismos procesos reguladores y normativos que cualquier otro ingrediente alimentario, y que sólo cuando haya pasado por todos ellos podrá acercarse a cualquier producto de consumo”.
Hasta que se tengan más evidencias sobre la seguridad del helado, Ortolani espera que la exposición “Guilty Flavors” contribuya a generar un debate vital sobre la contaminación por plásticos y lo que, según ella, es una inminente crisis alimentaria mundial.
”Este proyecto nació de una gran frustración por la incapacidad del sistema de reciclaje de plásticos y porque, a pesar de toda la información sobre el plástico, su producción no disminuye, sino que aumenta”, contó.
”Cuando empecé este proyecto era muy de ciencia ficción y sólo me interesaba el lado crítico, sólo empujar los límites y tratar de explorar lo que realmente es posible y lo que no. Pero durante el viaje ya estaba claro que algunas especies lo hacían, algunas especies comen plástico, y algunos científicos ya lo están investigando. ¿Por qué no?”, recordó.
En julio pasado, investigadores del Laboratorio Berkeley, que depende del Departamento de Energía de los Estados Unidos, dieron otro paso hacia una mejor escalabilidad para contar con un material infinitamente reciclabe
A través de la ingeniería de microbios, consiguieron una alternativa a los ingredientes iniciales de un plástico infinitamente reciclable, que se conoce como “poli(diketoenamina)” o PDK. Lo publicaron en la revista Nature Sustainability,
“Los termoplásticos, principalmente los utilizados en envases flexibles, se sustituyen cada vez más por alternativas sostenibles, incluidos los bioplásticos compostables. Sin embargo, en el caso de los termoestables, hay pocas opciones, por lo que hemos hecho hincapié en las actividades de investigación y desarrollo para que los productos permanezcan en manos de las personas durante más tiempo”, comentó a Infobae el doctor Brett Helms, el científico que lideró el proyecto.
Los investigadores consiguieron por primera vez integrar bioproductos para fabricar un PDK predominantemente biológico. A diferencia de los plásticos tradicionales, el PDK puede descomponerse indefinidamente en bloques de construcción y transformarse en nuevos productos sin que pierda la calidad.