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Teatro dominicano: "Clú”, el arte de la risa fácil

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De buenas intenciones está lleno el infierno. Lugar común al que recurrimos con frecuencia, para deducir que algo no salió del todo bien, por más empeño que se puso en ello. A veces, utilizar eufemismos para no parecer demasiado crueles, nos salva de muchos malos entendidos.

Preámbulo necesario para comentar acerca de la puesta en escena de la pieza teatral en clave de comedia, “Clú”, que como sus propios productores denominaron, es una parodia al entretenido juego de mesa Clue, o Cluedo, como originalmente fue llamado en Inglaterra, desarrollado por Anthony Pratt, y que, vamos a ser honestos, fue todo un éxito de público en todas sus presentaciones en la sala Manuel Rueda, de la Escuela de Bellas Artes.

Y a lugares comunes acudieron los libretistas de “Clú”, en su intención de lograr la risa fácil de una audiencia poco exigente, que se conforma con la simpleza de un compendio de chistes manidos y demasiadas veces utilizados, de esos que requieren el mínimo de raciocinio.

Las “sitcoms” o comedias de situaciones llevadas al teatro funcionan, como ha sido el caso de “Clú”, para las grandes masas, para esas personas que generalmente no irían a presenciar una obra de teatro con un texto de Shakespeare, o de Lorca, porque les resultan aburridas, pero, en cambio, se sienten tan atraídas cuando, además de lo trivial de la representación, se le agrega el elemento adicional de que el elenco está compuesto por  dos o tres figuras pujantes de la televisión, la radio, o “influencers” de las redes sociales.

De la sinopsis de la obra resumimos lo siguiente: un grupo de personas muy particulares son convocados a una mansión para determinar quién de ellos está chantajeando a los demás (por temas oscuros de sus vidas privadas), pero en el encuentro sucede un crimen.

De ahí parte una suerte de trama policial, detectivesca e “hilarante”, para determinar quién ha sido el asesino.

¿Cuál es el objetivo principal de una comedia? Divertir. Partiendo de ese postulado, podemos colegir que “Clú” ha dado en la Diana. Ahora bien, ¿se merece ese mismo público que se desternillaba de la risa con cada salida de los personajes de la obra, tal nivel de boberías? No lo sabremos nunca.

¿Merece “Clú” ser calificada como una obra de teatro? Habrá que preguntar a los más ortodoxos, a los puristas que se niegan a aceptar las corrientes distintas a las que siguen el denominado Teatro del método o, simplemente, al que hacen los egresados de las escuelas tradicionales.

“Clú” es una puesta en escena pretenciosa, desde el punto de vista visual. Una escenografía fastuosa, con vestuarios, peluquería y accesorios muy cuidados.

En cuanto a producción, no escatimaron esfuerzos. La debilidad estuvo en el argumento. Una trama salpicada, qué decir salpicada, repleta de absurdos y clichés sin ninguna razón de ser.

Pero nada, que en estas particularidades radican las diferencias tan marcadas entre el teatro puro, el que se basa más en el contenido, en el fondo, que en la forma y el que, como es el caso de este montaje, que apuesta a lo trivial para captar la mayor cantidad de público en las salas.

Está claro que el éxito o fracaso de un montaje no depende en lo absoluto de la calidad de su contenido, o la preparación de su reparto. Sino, más bien, de la valoración que le dé el público que asista a cada función.

+ El elenco

Como ésta es una versión libre y parodiada del juego, los libretistas Irma García Moore, José Gregorio Rodríguez, Nicolás Hernández y Jean Villanueva (El Panda que anda) recrearon personajes con características especiales y a continuación los nombraremos con los artistas o personalidades que les dieron vida: Gabi Desangles es Escarlata; Jean Villanueva, Señor Verde; Gracielina Olivero, Celeste; Alejandro Espino, Señor Negro; Miguel Lendor, Coronel Mostaza; Chabela Estrella, Señora Blanco; Liondy Ozoria, Profesor Morado; Estefany Piña Señorita Naranja; Miguel del Villar, El Mayordomo; Nicolás Hernández, Marino y Rosmery Herrand, Rosita. Bajo la batuta de Rosa Aura, su directora, los intérpretes desafiaron cualquier pronóstico de fracaso y se adueñaron del escenario de esa sala tan pocas veces utilizada, que, si algo debemos agradecerle, es reactivar un espacio que en lo adelante pudiera tener más actividad y no sólo limitarse a los actos de graduación de promociones de la Escuela Nacional de Arte Dramático, o representaciones de grupos emergentes, destinadas a un reducido público. 

Debido al éxito de las primeras representaciones, todas a sala llena, se anunciaron nuevas funciones para los días 13 y 14 de octubre en la misma sala Manuel Rueda, de las Escuelas de Bellas Artes.

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