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La ingeniera que sobresale en taekwondo

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La atleta Dinancy Polanco recuerda con satisfacción el eco y la cara que pusieron sus padres cuando en el 2006 ganó las Olimpíadas de Lectura y Matemática. “¡Esa es mi hija!”, exclamó su padre Agustín, un hombre campechano al que no le cabía más orgullo en el pecho.

Medallista en campeonatos centroamericanos y panamericanos de taekwondo, entre otros, Dinancy ha tenido la virtud de sobresalir también en las aulas, a tal punto que siempre alcanzó el grado de Estudiante Meritoria.

Contrario a otros, a los que el deporte termina alejando de los estudios superiores, ella supo aprovechar el tiempo libre que le dejaban los extenuantes entrenamientos y compromisos que tenía con la selección nacional, en la que estuvo desde el 2004 hasta el 2016.

La experiencia ha demostrado que conjugar las actividades deportivas de alta competición con los estudios superiores no es tarea sencilla ni para todo el mundo.

Ella tampoco tomó el camino más fácil, como hacen muchos que se inclinan por una Licenciatura en Educación Física, que, además, les mantiene relacionados con la actividad deportiva.

RECIBE TÍTULO PROFESIONAL
En el 2016 se graduó con honores en Ingeniería Civil en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde estudió becada por el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt).

“Entrenaba seis horas diariamente. Dos en la mañana, dos al mediodía y otras dos de cinco a siete de la noche”, manifiesta Polanco, uno de los orgullos deportivos de Bayaguana.

“Era bien difícil porque yo estudié en la UASD, que es muy demandante y mi carrera también”, declara Dinancy, quien residía en la Villa Olímpica del Ensanche Las Américas.

“Mi rutina era levantarme a las cinco de la mañana, ir a realizar el físico al Centro Olímpico. Arreglarme lo más rápido posible, tomar tres horas de clases en la universidad y volver a entrenar desde las once hasta las dos o una y pico.

Luego, arreglarme rápidamente, tomar clases nuevamente y volver a practicar de cinco a siete de la noche, para, entonces, regresar a la UASD de siete y media a diez. Volver a la villa, sobre todo cuando me tocaban materias sobre carreteras y diseño, que son de mucho tiempo y de grandes proyectos, para estudiar hasta las tres de la mañana, dormir dos horas y levantarme a las cinco”, explica.

Tras recibir el título, realizó la pasantía en el Departamento de Instalaciones Deportivas del Ministerio de Deportes, donde fue confirmada por el titular Danilo Díaz.

En los pasados Juegos Nacionales Provincia Hermanas Mirabal, ella tuvo la oportunidad de poner a prueba los conocimientos adquiridos en la casa de altos estudios. Con mucho deseo laboró en las obras que sirvieron de escenarios a las competencias, sobre todo en el polivalente levantado en Salcedo.

Ana Mateo, Encargada Técnica de esa unidad, resalta que la joven profesional de la ingeniería estuvo muy involucrada en los diseños y normativas exigidas por las distintas federaciones internacionales.

“Es muy buena profesional. Aplicada y responsable con su trabajo. Se está empapando mucho con el tema de instalaciones”, subraya Mateo.

Los continuos viajes con la selección le permitieron a Dinancy competir en funcionales complejos, muy superiores a los de aquí, construidos casi en un ciento por ciento con metales, como el imponente “Nido de Pájaro”, o en China para los Juegos Olímpicos del 2008.

Por su deseo de aprender y de seguir aportando, ahora en otra faceta, se ha propuesto realizar maestrías en Estructuras Metálicas e Instalaciones Deportivas, ambas en pañales en el país.

“Me gustaría unir las dos especialidades, comenzar a crear y seguir de esa forma aportándole al deporte”, expresa Dinancy, dotada también de unas cualidades físicas que le dejarían bien parada en un eventual escalafón de elegantes atletas dominicanas.

Su vida sentimental prefiere mantenerla en privado, al margen de los titulares que ganó por su desempeño en el tatami.

No obstante, es apasionada y no parece que la dureza del taekwondo ni la que a menudo tiene la ingeniería, han disminuido una pizca de su sensibilidad.

“¿Y el amor de tu vida como lo construiría, con estructuras metálicas?” La pregunta le toma de sorpresa, pero le resulta simpática y no le saca el cuerpo.

“Jajajaja…no, yo lo construiría de carne y hueso para poder sentir. El hierro es un material resistente, pero muy frío”, responde ignorando, tal vez, que esa respuesta puede revolotear las hormonas de unos lectores que quisieran saber “un chin” más…

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