El año 2024 ha quedado marcado para siempre en el imaginario colectivo de los valencianos por las devastadoras inundaciones en la provincia de Valencia generadas por la Dana del 29 de octubre, que han dejado una profunda cicatriz con múltiples ramificaciones que tardará tiempo en ser restañada.
Aquel martes 29 de octubre se ha convertido en un día difícil de olvidar, que comenzó con un aviso rojo por lluvias y dio paso a un episodio extraordinario de precipitaciones muy intensas (Turís recogió 771 litros por metro cuadrado en 24 horas, el doble de lo que llueve en un año en toda la Comunitat Valenciana) que se concentraron sobre los ríos Magro, Júcar y Turia y la cabecera del barranco del Poyo.
Las lluvias torrenciales causaron desbordamientos y el aumento de los caudales de ramblas como la del Poyo, que por la tarde experimentó una crecida relámpago en la parte baja -el área metropolitana de València, donde apenas llovió ese día- y superó los 2.000 metros cúbicos por segundo, cinco veces el caudal del Ebro.
El agua se desbordó con violencia y se llevó por delante todo lo que encontró a su paso: casas, coches, carreteras, empresas y vías del AVE, Cercanías y metro, dejando incomunicada una zona que concentra al 30 % de la población de la provincia antes de desembocar en l’Albufera con toneladas de residuos arrastrados.
El peor balance que deja la barrancada es la cifra de víctimas mortales: 223 personas -se busca todavía a otras 3- de todas las edades, incluidos niños, arrastradas por el agua mientras estaban en sus coches, garajes o en sus casas en plantas bajas, a las que hay que sumar un operario de Tragsa fallecido a final de noviembre mientras limpiaba un colegio afectado por la riada.
Cuando a las 20:11 horas la Generalitat envió a los móviles el aviso de que se evitaran desplazamientos, el agua ya había inundado gran parte del área que resultó finalmente afectada: 562 kilómetros cuadrados (el equivalente a 56.200 campos de fútbol) en 75 municipios donde viven 845.371 personas.
El municipio con más fallecidos fue Paiporta, con 45, seguido de Catarroja, con 25, y de los 17 registrados en las pedanías de València ubicadas al otro lado del nuevo cauce del río Turia, que salvó a la capital de inundarse y fue construido tras otra gran riada que pervive en la memoria de los valencianos, la de 1957, que dejó entonces más de 80 fallecidos.