La lava del volcán Kilauea, en Hawái, amenaza con llegar a comunidades de la Isla Grande y las autoridades declararon el estado de emergencia. ¿Pero existe una forma eficaz de detener la lava y salvar a las casas que están en su camino?
Los sicilianos siempre han estado amenazados por el Monte Etna, el volcán ubicado en el noreste de la isla italiana.
En 1669, los residentes de la localidad de Catania hicieron frente al avance destructivo de la lava «armados con picos y palas y protegiéndose del calor con pieles de oveja mojadas», según el relato histórico, y abrieron una brecha para cortarle el camino.
Pero a los habitantes del vecino pueblo de Paterno no les gustó la idea, porque creían que el desvío de la lava ardiente apuntaba directamente a su propia comunidad.
Así que decidieron sellar la zanja y el fluido volcánico siguió su curso hacia Catania y destruyó gran parte del pueblo.
Aquel fue el inicio moderno de lo que Shannon Nawotniak, geóloga de la Universidad Estatal de Idaho, EE.UU., llama un «índice de éxito espectacularmente pobre» para frenar la impetuosidad volcánica.
A temperaturas de alrededor 1.000ºC, el material volcánico fundido destruye todo lo que toca y su recorrido es difícil de predecir.
La capacidad para impedir o redirigir el curso de la lava depende de la ubicación, los recursos y la suerte.
Les contamos cuatro estrategias a las que no les fue tan mal:
1 – Bombardear
Antes de ser general en la Segunda Guerra Mundial, George S. Patton diseñó una campaña militar muy diferente: el bombardeo del volcán Mauna Loa, en Hawái, el más grande de la Tierra, cuando entró en erupción en 1935.
Cuando la lava comenzó a fluir a una velocidad de 1,6km por día hacia la ciudad de Hilo, el entonces director del Observatorio Hawaiano del Volcán, Thomas Jaggar, sugirió bombardear los tubos volcánicos.
Los tubos de lava se forman cuando la capa exterior se enfría y se endurece, aislando y facilitando el flujo de roca fundida en su interior. Estos conductos hacen que la lava se desplace más rápido.
En teoría, las bombas iban a destruir los tubos volcánicos y hacer que más lava se enfriara en contacto con el aire y por lo tanto, su flujo sería más lento.
Pero en la práctica, aunque las bombas crearon cráteres en partes de los tubos, pronto se llenaron de lava de nuevo.
El pueblo de Hilo sólo se salvó porque el volcán aplacó su erupción.
Pruebas posteriores de la fuerza aérea de Estados Unidos sugirieron que bombas más grandes y modernas podrían ser más efectivas si se apuntaran a las secciones más vulnerables de los canales de lava.
2 – Enfriar con agua
Uno de los intentos más exitosos ocurrió en los setenta en la isla de Haimey, en Islandia.
La lava del volcán Eldfell amenazaba al pueblo de Vestmannaeyjar y al puerto.
Durante casi cinco meses en 1973, los habitantes lanzaron agua marina helada con carros hidrantes al material ardiente que avanzaba.
Cuando el agua alcanzaba la roca caliente, se convertía en vapor y permitía la disipación del calor de la lava.
Una quinta parte del pueblo fue destruida antes de que trajeran hidrantes más grandes, pero gran parte del flujo de lava fue ralentizado y desviado y se consiguió salvar el puerto.
Como explica Nawotniak, en este caso se daban las condiciones adecuadas: la lava de Eldfell era particularmente lenta y había cerca una fuente de agua inagotable
3 – Construir una barrera
De nuevo en el Monte Etna, una erupción en marzo de 1983 amenazó con arrasar tres pueblos.
Se construyeron entonces barreras de roca y ceniza para tratar de desviar la lava.
«Estaban tratando de frenarla y dirigirla montaña abajo», dice Nawotniak en conversación con la BBC.
Una de las primeras barreras de 18m de alto y 10m de ancho fue sobrepasada por el flujo volcánico, pero una segunda barrera impidió que la lava avanzara hacia el oeste.
Otros dos grandes muros consiguieron que la roca fundida no llegara hasta la principal área turística de Etna, en el lado oriental del valle.
La lava pasó a pocos metros de edificios, y una de las barreras, conocida como Sapienza, creció dos metros por el añadido de lava.
4 – Añadir hormigón
Casi 10 años después, el Etna entró en erupción otra vez y las autoridades italianas usaron la lección de la última vez para salvar el pueblo de Zafferana.
Además de las barreras, los obreros crearon una trinchera artificial para atrapar la lava que venía de una brecha hecha con explosivos.
Eso sólo alejó parte del flujo, así que se añadieron bloques de hormigón al resto de la lava y así se desvió su camino.
Sin embargo, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), los desvíos de Islandia y el Etna «no hubieran tenido éxito si hubieran continuado las erupciones».
«Debes vivir en un país rico con mucho que perder para considerar la opción del desvío de lava», dice Nawtniak, teniendo en cuenta el volumen de las erupciones volcánicas y sus costos potenciales.
«Puedes ganar algo de tiempo hasta que el volcán pare solo», añade.
Según la experta, los geólogos ven el desvío de lava como una batalla perdida.
Sería mejor, dice, enfocarse en mejorar la predicción de las erupciones.