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Enfilando los cañones…

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Hace un par de días me encontré con Rocío, una amiga a la que hacía un buen tiempo no veía. Me comentó que está muy activa en la iglesia y, que se ha ido despegando de todo lo material. “Mana, tarde, pero me he dado cuenta de que en la vida lo único que vale es servirle al Señor. Te puedo decir que estoy enfilando los cañones hacia lo que verdaderamente vale la pena”. Me sorprendió escucharla hablar así. Antes de este paso, ella vivía para los demás. Tener una buena cartera, un ‘look’ al último grito de la moda, lucir joyas costosas… era lo que la definía. Hoy es otra persona. 
 
Difícil de creer 

Me costó aceptar que estaba frente a otra Rocío. Para que tengan una idea, a ella le molestaba hasta pasar por lugares donde pudiera encontrarse con gente que no estuviera a “su altura”. Hoy, anda de barrio en barrio porque forma parte de un grupo de voluntarios que realiza una encomiable labor social. Me confesó que de este modo se siente viviendo como en una ciudad fabulosa, donde todo fluye, donde todo es ganar ganar. “¡Qué plenitud siento al servirle a los demás!”. 
 
Fabulosamente feliz 

Ella no pudo negar que fue una prueba fuerte la que le hizo “enfilar los cañones” hacia lo que ahora entiende, le da sentido a la vida. La oportunidad de renovarse que le dio el Señor es un premio que quiere pagar dejando que el Todopoderoso la utilice como instrumento para ayudar al prójimo. En “la ciudad que ahora vive” no hay marcas de lujo, no hay discriminación, tampoco existe el ego, la prepotencia, la arrogancia, la vanida, ni nada de eso que antes definía su existencia. “Su campo de batalla” tiene cañones que disparan amor, entrega, solidaridad, respeto hacia lo demás, comprensión, sencillez y más que todo, fe. Sí, confianza en que quien todo lo puede, le ha permitido darse cuenta de que el apego a lo material no es más que un paso en falso que en cualquier momento te “dobla el pie” y te tumba sobre tus propias miserias. 
 
Una realidad de esplendor 

 La charla con Rocío no fue tan larga, pero sí enriquecedora. Ella andaba rápido en una de esas misiones que ahora desempeña. Sin embargo, me hizo énfasis en que escribiera sobre cómo podemos enfilar nuestros cañones hacia lo que sí tiene valor en la vida. Nunca es tarde para hacerlo, me insistía. “No hay que esperar que nos dé una enfermedad, que se nos muera un ser querido, que quedemos en la ruina o que nos pase cualquier otra cosa para arrepentirnos y enfilar nuestros cañones hacia una realidad de esplendor”. Prestemos atención a este testimonio de fe para que podamos al menos acercarnos a una ciudad fabulosa como la que ahora habita mi querida amiga. 

Fuente: https://listindiario.com/la-vida/2022/08/03/732738/enfilando-los-canones–

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