“¿Quieres hacerte rico desde la comodidad de tu hogar?”, “Consigue dinero sin complicaciones”, “Duplica tus ingresos”, son algunas de las frases que enganchan, que te invitan a invertir y a entrar en un juego en el que posiblemente ganes, pero también lo puedes perder todo.
Atraído por las promesas de los conocidos sistemas piramidales se sintió Jesús (nombre que usaremos en esta historia porque no quiso ser identificado). El joven de 21 años solo tenía que dar US$500 y conseguir tres amigos que dieran la misma cantidad de dinero.
Todo parece color rosa en este momento. Más lo es cuando les dijeron que a los 16 días tendrían US$1,000. Efectivamente, fue así con ciertas limitaciones y condiciones.
La cuenta de Jesús en Money Free crecía cada día más. A través de su red social Instagram subía los estados con todos los dólares que le generaba reinvertir las ganancias y buscar personas que hicieran lo mismo. Mientras más amigos entraba al negocio, mayores ingresos percibía.
Fueron muchos los que se sumaron a su pirámide y Jesús cada vez se llenaba de ego, publicaba las caras facturas en restaurantes, sus fines de semana en hoteles de lujo y recalcaba que Money Free era su único trabajo.
Cuando le pregunté a Jesús “¿qué es una pirámide?, ¿lo sabes?”, me contestó: “Lo que son todas, na’ ma’ que ellos me hacían creer que no era una y dique que había una empresa que hacía inversiones en trading y en otras bolsas de valores. Al final era una pirámide. Todo el dinero salía de la gente que se metía”.
Y ahí, al él hablarme en pasado, me di cuenta que las cosas se habían puesto agrias después de los meses de abundancia y que había despertado un oso polar.
El juego se trancó cuando todos los que tenían un monto generado en la cuenta del “negocio” piramidal debían conseguir alguien que entrara por esa misma suma para poder retirar el dinero, de manera obligatoria, a esto les llamaban “vender el saldo”.
Jesús lo explica así: “O sea que si tú tenías US$100 disponible, tú tenías que entrar una gente con US$100 para poder sacar el dinero. ¿Me entiende? Ellos lo pusieron así después y por eso fue que se cayó y todo el mundo se quejó porque para sacar tu propio dinero había que entrar más personas, así no”.
No obstante, al principio también el negocio tenía sus baches porque los dueños de Money Free debían quedarse con el 20% de todo el efectivo que se retiraría, por eso, al final no cobraban los US$1,000 sino US$800.
La gente para evitar el descuento, lo que hacía era venderle el saldo a los que querían entrar, pero de manera voluntaria. Los que deseaban el dinero rápido sin buscar a nadie, solo daban su 20% a Money Free y se les pagaba en bitcoin (moneda digital) o se les transfería a su cuenta bancaria.
“Entonces, en los últimos días, lo que hicieron literalmente era obligar a entrar amigos para poder retirar el dinero y ahí fue que la vaina se cayó porque nadie quería hacerlo”, son las palabras que al pronunciarlas denotan un gran enojo en Jesús, quien nunca pudo obtener los US$18,000 que le quedaban en Money Free, pero otros perdieron más.
Le dije a Jesús “pues el dinero no era invertido en bolsas de valores, sino que era tu propia inversión más US$300 que salían de tus amigos”. Él rápidamente comentó “claro, eso es justamente una pirámide, tú entras con US$500, se supone que tienen que darte US$1,000 como te dicen que te lo darán cuando entras como en 16 días o en un mes, por ejemplo, y en ese mes van a entrar muchas personas, de ellas te van a pagar a ti y a todos los que hayan accedido al ¥negocio¥ y así sucesivamente tienen que ir entrando gente y gente y cuando no entran más, se cae y uno se jode”.
La pregunta del millón es: ¿perdió Jesús algo más que el dinero?
Pequeñas pistas
Al conversar con Violeta Saint-Hilaire, quien es experta en finanzas personales, le mostré mi inquietud por saber qué hay detrás de los sistemas pirámides. Ella, sin titubear, consideró que “siempre serán un engaño” y donde la mayoría de los inversionistas quedan enganchados y pierden sus capitales. Para ella, ese es el lado malo de este negocio temporal.
Estos sistemas no están estructurados en bases sólidas, tampoco presentan productos tangibles que mercadear, por lo que si a alguien le hablan de “reclutar otros inversionistas”, lo ideal es no morder el anzuelo porque es una clara señal de que habrá un fraude.
Saint-Hilaire recomienda no dejarse deslumbrar por lo lujoso que sea el lugar donde citan a las personas, pues es parte del engaño, así como lo bien vestido de los anfitriones y lo que cuentan de sus viajes y su estilo de vida fastuoso.
“Si por más que le expliquen usted no entiende, olvídese de hacer inversiones”, es la sana recomendación que hace la también facilitadora que apoya a otras personas en la búsqueda de sus objetivos.
Fuente: Listin Diario