Los cubanos acudieron ayer a las urnas, en una jornada sin incidentes pero con mayor polarización de lo habitual, para decidir sobre una nueva Constitución que no modifica el sistema político ni las aspiraciones comunistas pero plasma la tímida apertura económica y social de la última década.
De las más de ocho millones de personas – de una población de 11,2 millones- del censo electoral, casi el 75 % ya había votado a las 14.00 horas (19.00 GMT), según datos difundidos por la Comisión Electoral Nacional, aunque los resultados no se conocerán hasta hoy lunes.
En Cuba no se celebraba un proceso de este tipo desde 1976, cuando se votó la actual Carta Magna, un texto a la medida del entonces mandatario Fidel Castro y de los tiempos de la Guerra Fría que fue refrendado por el 97 % de los votantes, con una abstención del 2 %.
Para muchos, más allá del debate sobre la Constitución, este referendo sirve de termómetro sobre el respaldo al Gobierno liderado por Miguel Díaz- Canel, quien sustituyó a Raúl Castro en abril de 2018, y es también la primera vez en décadas que los cubanos tienen la opción real de escoger “no” en una papeleta electoral.
En línea con las manifestaciones de todo el oficialismo en las últimas semanas, Díaz-Canel dio por hecho que la ciudadanía respaldará un texto que “amplía los derechos a todos”.