Las palabras del papa Francisco en Bruselas asegurando que los abusos a menores «son la vergüenza y la humillación de la Iglesia» han generado una primera reacción de sorpresa y alivio entre las víctimas, con las que el pontífice se reunirá en privado este mismo viernes.
«Esperamos mucho más, pero no creo que pueda aportar eso (…). Es un esfuerzo importante (…). No me esperaba que fuera tan pronto. Sorprendido y, de alguna forma, reconfortado», dijo en declaraciones a la radiotelevisión pública RTBF una víctima belga de abusos sexuales por parte de la Iglesia, identificado como Jean-Luc.
Esa primera reacción se produjo después de que el papa pronunciara un discurso ante las autoridades del país en el Castilo de Laeken, donde también se reunió con los reyes de los belgas Felipe y Matilde.
«Esta es la vergüenza que hoy todos nosotros tenemos, hay que afrontar y resolver el problema», dijo el pontífice, que improvisó esas palabras respecto al discurso que tenía preparado por escrito.
Jean-Luc, víctima de abusos «hace treinta años» por parte de religiosos en Bélgica, calificó la intervención papal como «una buena sorpresa, absolutamente».
«Ha hablado de crimen, de perdón», dijo.
En la audiencia que quince víctimas de abusos sexuales mantendrán con Francisco, Jean-Luc le contará su «historia personal» y le pedirá «que se tomen medidas para que la Iglesia adopte una posición clara respecto a los abusadores».
«Los obispos deben tomar decisiones, no van a poder esconderlo debajo del mantel y van a tener que decidir y tomar medidas claras, sin ambigüedad y decidir, algo que no han hecho hasta ahora», dijo.
Preguntado si le alivian las palabras del papa, Jean-Luc contestó que sí, porque prepara desde hace mucho tiempo este momento y el discurso del pontífice supone «un gran reconocimiento» antes de la audiencia privada.
«Tendré la ocasión de expresar mi dolor, de hablar de fe y, sobre todo, de hablar de mis expectativas (…) Tengo mucha esperanza», concluyó.