El futuro de los venezolanos está en juego. Los votantes decidirán el domingo si reeligen al presidente, Nicolás Maduro, cuyos 11 años en el poder se han visto marcados por las crisis, o si dan a la oposición una oportunidad para cumplir su promesa de revertir las políticas del partido en el gobierno que causaron un colapso económico y obligaron a millones de personas a emigrar.
Los partidos de una oposición tradicionalmente dividida se han unido en torno a un único candidato, lo que plantea al Partido Socialista Unido de Venezuela su mayor desafío electoral en unas elecciones presidenciales en varias décadas.
Maduro se enfrentaba al exdiplomático Edmundo González Urrutia, que representa a la reavivada oposición, y a otros ocho candidatos. Los partidarios de Maduro y González celebraron el jueves el final de la campaña oficial con enormes manifestaciones en la capital, Caracas.
En el pasado, Maduro y sus aliados han superado los desafíos inhabilitando a rivales para presentarse a las elecciones y tachándoles de elitistas desconectados de la realidad y alineados con potencias extranjeras. Pero esta vez, el partido en el gobierno ha permitido que la Plataforma Unitaria, la coalición de los principales partidos de oposición, participe en los comicios.
Un acuerdo que permitió participar a la oposición le dio a Maduro algo de alivio sobre las asfixiantes sanciones económicas impuestas por Estados Unidos. Pero ese alivio fue breve. El gobierno del presidente Joe Biden restituyó las sanciones alegando una creciente represión del gobierno sobre adversarios reales o percibidos, lo que incluyó vetar la candidatura de la estrella opositora María Corina Machado.