La decimotercera etapa del Tour de Francia, el viernes, supone el regreso al llano luego de dos días de alta montaña por los Alpes, para alivio de los esprínteres, con un recorrido de 192,6 kilómetros entre Le Bourg d’Oisans y Saint-Etienne .
Con la cordillera alpina en el retrovisor, la carrera evita la mayoría de los relieves de la región, con la excepción notable del Col de Parménie, un obstáculo clasificado de 2ª categoría (5,1 km a 6,6%) que podría servir de trampolín para corredores aventureros, a más de 110 kilómetros para meta.
La línea de meta se halla cerca del estadio Geoffroy-Guichard, hogar del histórico equipo de fútbol Saint-Etienne, al final de una recta de 350 metros.
Saint-Etienne (173.000 habitantes) recibe un final de etapa por 27ª ocasión desde 1950. Y lo hace tres años después de la última llegada del Tour y la victoria del belga Thomas de Gendt.
«Los esprínteres deberían aprovechar esta rara ocasión para ellos de brillar», afirma el director de carrera Thierry Gouvenou, que optó por suavizar el recorrido, «por una cuestión de equilibrio entre etapas».
La salida desde Bourg d’Oisans tendrá lugar a las 11h05 GMT (lanzada a las 11h20 GMT), y la llegada a Saint-Etienne hacia las 15h37 GMT (horario calculado a 45 km/h de media).