Cuando hay una tormenta, los animales perciben un cambio atmosférico que se llama ozonización de la atmósfera.
Lo cierto es que el animal recibe la pirotecnia como una tormenta sin aviso. Pero, además de recibirla como una tormenta sin aviso, la percibe muchísimo más.
Una gran parte de la población canina «sufre de mareos y desesperación» cuando escucha ruidos fuertes.
Eso tiene que ver con el olfato, pero también tiene que ver con el oído mucho más agudo que el animal tiene. Por eso, no a la pirotecnia. Porque la pirotecnia abarca o ataca a los bebés, ataca a los chicos con síndrome de autismo, a los ancianos, a los enfermos y también a los animales de compañía. Qué suerte que generacionalmente vamos cambiando y le estamos diciendo, cada vez más, no a la pirotecnia.
Cómo afecta la pirotecnia a los animales
Las nuevas generaciones vienen dejando el hábito de comprar pirotecnia
Las principales afectaciones que los fuegos artificiales o pirotecnia generan para las mascotas están relacionadas con el sentido auditivo de los animales.
Y es que, múltiples estudios veterinarios han constatado con el paso del tiempo que el oído de muchos animales es considerablemente más sensible que el de los seres humanos, por lo que el estruendo de las explosiones de los cohetes y fuegos artificiales no solo les resultan perturbador sino que también podría dañar gravemente su capacidad auditiva.
Cabe mencionar también que los ruidos causados por las explosiones de cohetes y fuegos artificiales generan miedo en las mascotas así como los expone a padecer un estado de estrés por el exceso de ruido. A largo plazo dicha situación puede influir en los animales generen fobias a dichos artefactos lo que a su vez causa en ellos reacciones de pánico y conductas no habituales tales como escapar sin rumbo y perderse, lastimarse, o lastimar a las personas.
Además, pueden padecer palpitaciones, taquicardia, jadeo, salivación, temblores, sensación de insuficiencia respiratoria, aturdimiento y pérdida del control, entre otros.