Santo Domingo, RD.
Juana Ávila Cantú, nombre de mujer poco conocido para muchos, es la viuda de José Angel Buesa. Una dulce compañera que compartió cada momento, cada inspiración, cada musa del gran poeta cubano.
Llegar a ella fue difícil. Aunque residió en el selecto sector de Gazcue al lado de la antigua embajada cubana en Santo Domingo, hoy sobrevive en un rincón olvidado de Invivienda, a donde no hubieramos podido llegar sin la ayuda de Tomás Castro Burdiez, uno de los pocos que conoce de la ubicación de ella y de su único hijo, José Ángel.
Después de la muerte del poeta, ocurrida en Santo Domingo el 14 de agosto de 1982, a la familia Buesa-Ávila le ha tocado sufrir una difícil experiencia. No es que vivan ni en indigencia ni en la miseria, pero su nivel de vida no se corresponde con la grandeza de su esposo.
La historia es larga. Y aunque ahora no viven en casa alquilada, su situación es difícil. La familia recibió un apartamento para que abandonaran la casa donde vivieron por casi treinta años, en Gazcue. Pero el apartamento tiene una deuda adquirida. Y hay un problema judicial que los mantiene en un limbo y estancados porque no pueden ni alquilarlo ni venderlo, pero tampoco les pertenece legalmente.
Sobre esta situación, nos habla la viuda de Buesa: “En realidad, la situación es bastante desagradable pudiera decirse porque cuando nos cambiamos para acá, yo estaba de acuerdo en que se iba a seguir pagando el valor del apartamento, pero ahora resulta que hay una deuda que se tiene que saldar y por lo pronto yo no estoy en condiciones de pagarla. Mi pensión es bastante precaria (RD$6,300.00 que recibe de la Corporación Estatal de Radio y Televisión), y mi hijo tampoco me puede ayudar aunque él hace todo lo posible, pero tampoco puede ser como quisieramos los dos.
Después de vivir en Gazcue donde todo se encontraba solamente al estirar la mano, ahora en este lugar tan apartado y con una enfermedad tan dolorosa como la artritis todo resulta muy dificultoso. Pero nosotros estamos pasandola, viviendo…”
La deuda económica que enfrentan parecería irrisoria, para algunos, pero no cuando hay que pagar la renta fija mensual, la luz, el agua, y otros gastos.
La última notificación la recibieron el 15 del mes de marzo del presente año. En ella se les obliga a pagar (RD$17,077.50), el total acumulado de diez cuotas atrasadas. Para saldar la casa tienen que pagar una suma aproximada de RD$150,000.00. Pero, el problema no es pagar o no pagar, aunque no tienen para hacerlo, la complicación es que el apartamento está a nombre de otra persona y parece que se perdió en el tiempo la buena intención de que el mismo pase a nombre de la viuda de Buesa.
Esta noble mujer, nativa de Monterrey, México, a pesar de su situación, hace un paréntesis para hablarnos de algo que para ella es más importante que cualquier cosa en la vida; conseguir una producción que ha escuchado por la televisión que existe en Mendoza, Argentina, del poema de “La despedida”, de Buesa, tocada únicamente con guitarra, “y eso es lo más bello que se puedan imaginar, lo más lindo, yo he tratado con mucha gente que me entero que van para Argentina, que traigan esa producción, pero claro, porque eso es lo más bello, me gustaría saber quién es el compositor”.
En lo que le queda de vida, Ávila Cantú, quisiera vivir tranquila, sin mortificaciones, sin problemas judiciales, pero sobre todo, quisiera un lugar fijo para no tener que mudarse de mes en mes, donde pueda colocar sus tesoros, sus fotos, sus cartas, sus manuscritos y sus recuerdos de Buesa. También espera que Dios le dé vida para ver crecer a su nieta, Haydée Buesa Lagares, de tres años de edad.
José Ángel Buesa (hijo)
“Despues de la muerte de papá, las cosas fueron bastante rápidas, bastantes difíciles. Mamá tuvo que trabajar sin tener ninguna experiencia laboral aquí en el país; yo tenía diez años, tuvimos que resolver las cosas de una manera como pudiéramos, porque no teníamos ningún pariente ni ninguna familia aquí; las cosas fueron bastante dificiles” -le temblaba la voz ante esos recuerdos.
Él tuvo que trabajar y estudiar desde los trece años para ayudar a su madre; esta misma situación le impidió terminar su carrera universitaria: Administración de Empresas. Aunque obtuvo una beca, tuvo que decidirse entre trabajar o continuar sus estudios.
“Al morir mi padre, pues de repente, las cosas cambiaron; nuestra situación económica varió, y llegó un momento en que ya la dueña de la casa quería venderla, cosa que me dio mucha pena porque era patrimonio de Gazcue, pero sus dueños entendieron que valía más el terreno que la propiedad en sí, y nada, salimos de ahí. Quien compró la casa nos ofreció un apartamento para que salieramos de ahí y no tuvieramos que vivir alquilados, y aunque en un principio a mí no me gustó la idea, lo hicimos”.
Hoy están varados en un limbo, y aunque José Ángel es visitador médico no se pueden mover de Invivienda porque correrían el riesgo de perder ese inmueble porque no tienen ni título de propiedad, ni ninguna constancia que diga que ellos tienen opción de compra de dicho espacio
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Las ediciones
Tampoco reciben dinero por las ediciones de Buesa porque ya se han agotado y, al parecer, ningún editor pretende comprar sus derechos. Su familia siempre ha estado interesada en volver a tirar una edición de sus libros.
Gracias a las gestiones de Tomás Castro, una editora venezolana se ha interesado en reeditar algunas de sus obras.
Su hijo anhela que una Feria del Libro sea en recordatorio de su padre y que se hiciera una edición nueva de sus libros porque, aunque nació en Cuba, fue un gran dominicano, hizo mucho por el país y escribió el “Canto a Duarte”, considerado como una obra maestra. El gran poeta mostró un gran desprendimiento de todo lo material en su poema “La despedida”: “Algo tuve algún día; lo perdí de algún modo, /y me dará lo mismo cuando lo pierda todo. /Pero no me lamento de mi mala fortuna, /pues me queda un palacio de cristal en la luna, /y por andar errante, por vivir el momento, /son tan buenos amigos mi corazón y el viento”.
Fuente: https://listindiario.com/la-republica/2022/08/28/736239/penurias-de-la-viuda-de-jose-angel-buesa