Viogén, Saler, Veripol, Bosco, RisCanvi, Hermes, Send@… estos son solo algunos de los nombres con los que se ha bautizado a algoritmos y sistemas de inteligencia artificial (IA) que utilizan las administraciones públicas para la gestión de sus procedimientos. Sin ahondar en cuestiones tecnológicas más complejas, la administración camina actualmente hacia un funcionamiento cada vez más automatizado para aumentar su eficiencia ante el gran volumen de datos que debe tratar. Los poderes públicos están abandonando poco a poco el mundo analógico para sumergirse en la llamada “revolución industrial 4.0″ que nos ha traído el internet de las cosas (IoT) y los sistemas de aprendizaje automatizado que, imitando redes neuronales, pueden convertirse en verdaderas black boxes o cajas negras de las que poco o nada se sabe sobre su forma de operar.