Un año y medio después de su mediática boda en el castillo de Windsor (Inglaterra), los duques de Sussex, Harry y Meghan, han decidido dar un paso atrás en sus funciones como representantes de la monarquía británica y repartir su tiempo entre el Reino Unido y Norteamérica. Las recurrentes polémicas sobre su relación con el resto de miembros de la familia real y la presión por parte de los medios de comunicación han marcado hasta ahora la relación del hijo menor de Carlos de Inglaterra, de 35 años, y la exactriz estadounidense, de 38.
Padres de un niño, Archie, desde hace ocho meses, comunicaron ayer miércoles que tienen intención de alejarse de sus obligaciones oficiales como miembros “senior” de la monarquía y “trabajar para ser financieramente independientes”.
Han asegurado que continuarán cumpliendo con sus “obligaciones” respecto a la institución que encabeza la reina Isabel II, la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth) y las fundaciones con las que colaboran, pero ya no pasarán todo su tiempo en las islas británicas. “Ese equilibrio geográfico nos permitirá educar a nuestro hijo de forma que aprecie la tradición real en la que ha nacido y proveer, al mismo tiempo, a nuestra familia del espacio que necesita para centrarse en su próximo capítulo”, han indicado Harry y Meghan.
Fuente: EFE