La exposición al estrés de las gestantes provocado por situaciones de conflicto, como las que se están viviendo en Chile, pueden incrementar el riesgo de infecciones, hemorragias y parto prematuro, según ha asegurado la psiquiatra y directora del Instituto Europeo de Salud Perinatal, Ibone Olza.
Tal y como ha explicado la psiquiatra, hoy en día son conocidas las enormes consecuencias que el estrés puede tener para la evolución del embarazo. Así lo han demostrado en las últimas dos décadas, los estudios de seguimiento sobre las embarazadas que vivieron el 11 de septiembre en Nueva York, el desastre del Katrina en Nueva Orleans, el terremoto de Nepal e, incluso, los atentados del ’11M’ en Madrid, ha afirmado Olza, que ha añadido que a todo ello hay que sumar los estudios realizados con mujeres migrantes y refugiadas, que han ido añadiendo evidencia sobre la importancia de proteger y cuidar la salud mental de las gestantes, así como sobre lo difícil que puede ser hacerlo en situaciones de catástrofes, emergencias humanitarias y conflicto, violencia o guerra.
«Hay mucha evidencia ya de que lo que vivimos en el útero puede condicionar nuestra salud física y mental de por vida. La llamada ‘teoría de la programación fetal’ explica cómo la exposición al estrés en momentos específicos del embarazo puede favorecer a largo plazo patologías como el asma infantil o el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). «Por otra parte, el estrés materno también puede complicar en sí mismo la evolución del embarazo, incrementando el riesgo de infecciones, hemorragias y parto prematuro», ha afirmado la directora del Instituto Europeo de Salud Perinatal.
SITUACIÓN DE RIESGO EN CHILE
La psiquiatra ha referido que un ejemplo reciente de estas consecuencias se está viendo en Chile, donde las revueltas ciudadanas y la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad, que han llegado a lanzar bombas y gases lacrimógenos en el interior de las instalaciones del Hospital Gustavo Fricke, situado en la ciudad de Viña del Mar, ha llevado al Colegio de Matronas y Matrones de Chile a lanzar un comunicado.
En el mismo, han asegurado que es «muy probable» que se produzca un aumento de partos prematuros debido a los enfrentamientos entre ciudadanos y efectivos policiales, ya que existe una «relación directa» entre el estrés ambiental y el adelanto de los partos. Los matrones y matronas alertaron también por el «riesgo» que supone el uso de gas lacrimógeno, que puede causar contracciones en las mujeres embarazadas, «con riesgo de aborto o de partos prematuros».
De esta forma, matronas, obstetras y psicólogos chilenos consultados por el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal han reconocido que han visto aumentar «los síntomas ansiosos» en algunas pacientes, sobre todo relacionados con el temor a salir, la incertidumbre y, dependiendo de la zona en que vivían, la inseguridad en sus propias casas.
«Las veo con una ansiedad basal más alta. Refieren sentirse preocupadas, ansiosas, lábiles. Casi sin excepciones, afirman que sus parejas también están más estresadas, lo que aumenta la tensión familiar y propicia conflictos de pareja», ha explicado un experto.
EL APOYO PSICOLÓGICO MATERNO
Afortunadamente cada vez existe más conciencia sobre la necesidad de prestar atención al estado emocional de las embarazadas, de dedicar un espacio para la escucha y facilitar el acompañamiento emocional en todo el embarazo y, si aparecen síntomas de ansiedad (insomnio, preocupaciones obsesivas, crisis de ansiedad, etc.), comenzar tratamiento psicoterapéutico lo antes posible, además de facilitar la baja laboral, ha añadido Olza, que reivindica que en situaciones de crisis y conflicto social debería ser «prioridad absoluta» cuidar a las embarazadas, «ya que de no hacerlo las consecuencias les afectaran a ellas, a las generaciones venideras, a sus parejas, etc.».
La prevención de las secuelas, ha añadido la psiquiatra, comienza cuidando a las gestantes. Un aspecto que, ha recordado Olza, para darse debe partir de que los profesionales también se sientan cuidados. «Para cuidar hay que ser cuidado, así que las instituciones sanitarias tienen que tener presente el enorme coste emocional y personal que conllevan estos trabajos, más si cabe en situaciones de conflicto o crisis», ha argumentado.
Así lo confirman algunas de las matronas y obstetras consultados, que reconocen que el acompañamiento «ha sido difícil» porque al tratarse de un problema que afectaba al país los profesionales también «se han sentido afectados, con menos energía y angustiados», algo a lo que habría que añadir el impacto que han tenido los conflictos y el toque de queda decretado por el Gobierno chileno que ha obligado a flexibilizar horarios, suspender sesiones y cambiar agendas.
«Incluso ha habido días en que no he podido atender por las tardes porque no se sabía a qué hora iba a ser el toque de queda o si iba a haber transporte. Menos mal que pude ofrecer atenciones online, que sobre todo la primera semana permitió a varias pacientes tener su sesión tranquilas desde su casa», ha relatado una experta.
Fuente: Europa Press