Las lloviznas provocadas por el huracán Helene dejaron a varias personas varadas, sin refugio y esperando ser rescatadas el sábado, mientras comenzaron las labores de limpieza de una tempestad que causó por lo menos 64 muertes, una destrucción generalizada en el sureste de Estados Unidos y dejó a millones de clientes sin electricidad.
“Nunca había visto a tantas personas sin hogar como lo he hecho ahora”, dijo Janalea England, de Steinhatchee, Florida, una pequeña localidad de río en la zona rural del norte del estado, mientras convertía su negocio de pescado en un sitio de donaciones para amigos y vecinos, muchos de los cuales no tenían aseguradas sus viviendas.
Helene toco tierra firme en la región del norte de Florida como un huracán de categoría 4 el jueves por la noche con vientos de 225 kilómetros por hora (140 millas por hora).
A partir de ese momento, avanzó rápidamente a través de Georgia, donde el gobernador Brian Kemp dijo el sábado que parecía que había “explotado una bomba” luego de ver casas destrozadas y autopistas cubiertas de escombros desde el cielo. Ya debilitada, Helene azotó Carolina del Norte y del Sur, así como Tennessee, con lluvias torrenciales, provocando que los arroyos y ríos se desbordaran y llevando al límite las represas.
El oeste de Carolina del Norte quedó prácticamente incomunicado debido a los deslaves y las inundaciones que obligaron a cerrar la autopista interestatal 40 y otras carreteras.
Se han realizado cientos de rescates acuáticos, pero ninguno más dramático que el efectuado en el condado rural de Unicoi, en el este de Tennessee, donde decenas de pacientes y trabajadores fueron sacados en helicóptero del techo de un hospital el viernes. Y los rescates continuaron al día siguiente en el condado de Buncombe, Carolina del Norte, donde parte de Asheville estaba bajo el agua.