Levantar el velo del olvido encastrando una a una como piezas de puzle las memorias de un destinado encuentro: esa es la premisa del documental que lleva a la gran pantalla el 'largo amor' entre el célebre Mario Benedetti y su 'cómplice y todo' Luz López.
Si bien poco queda hoy por conocer del autor uruguayo que, con una vasta obra que vendió más de tres millones de ejemplares y fue traducida a más de 20 idiomas, se convirtió en un imprescindible de la literatura universal, persiste aún sin desvelar una faceta que, reservada al círculo más cercano, quedó fuera del ojo público: la de «su Luz».
Es que, como destaca en una entrevista con la Agencia Efe el director del filme «Benedetti, 60 años con Luz», Andrés Varela, fue durante una investigación por el centenario del escritor, en 2020, que el equipo de la productora Coral Films dio con un personaje «desconocido absolutamente, pero tan fundamental para su vida» como fue Luz López, su esposa.
Futuro y arrecifes
«Cuando la conocí tenía apenas doce años y negras trenzas y un perro atorrante que a todos nos servía de felpudo. Yo tenía catorce y ni siquiera perro», dice Benedetti en «Bodas de Perlas», de 1976, poesía en la que, con motivo del 30 aniversario de la relación, desgrana cómo fue encontrarse con el amor de su vida.
Allí dice también la frase con la que comienza el tráiler del documental en el que, dice Varela, el propio autor es muchas veces el encargado de narrar la historia con sus versos dedicados a Luz: «Calculé mentalmente futuro y arrecifes/y supe que me estaba destinada/mejor dicho que yo era el destinado/todavía no sé cuál es la diferencia».
Es así que, dice el realizador, en el filme que tendrá su preestreno este miércoles -día del cumpleaños del autor-, se desvela capa a capa la figura de una mujer de perfil bajo que tuvo «una educación muy profunda en el arte» motivada por sus padres, pero venía de una familia de tradición política de derecha, muy alejada de la militancia de izquierda que caracterizó a Benedetti.
Este es, para Varela, uno de los descubrimientos más grandes que trajo la investigación, pues, acota, el vínculo de Benedetti con su familia política no se rompió pese a esas diferencias.
«Uno jamás imaginaría que una de las personas más queridas por Mario era el primo hermano de Luz, que era un coronel del Ejército y descubrimos que esta persona muchas veces lo ayudó a salir del país cuando estaba corriendo más peligro», explica.
El puzle atemporal
Como detalla Varela, uno de los desafíos de la película, que trata de «reconstruir» la «muy profunda» relación de amor que atravesó la vida del creador de «La Tregua» o «Gracias por el fuego» estuvo en el armado de ese «puzle atemporal», pues la mayoría de las imágenes son de archivo y conjugarlas fue «una ecuación muy difícil».
«Tenemos fotos de ella desde que era una niña hasta sus últimos días y todo eso en un momento lo vamos plasmando como si fuera un libro de cuentos», señala, a lo que apunta que estas se complementan con algunas «cuñas» o recreaciones de momentos clave para la historia, como el primer ataque de asma que dejó al uruguayo al borde de la muerte.
«Tratamos de llegar a tocar esa capacidad que tenía Mario de ir a lo simple, contar lo justo. Fue como una consigna también, que fuera simple, y en base a eso fue que fuimos armando ese puzle con todos estos elementos», remarca.
A lo que detalla que si bien hay entrevistas a familiares y amigos, como el compositor Joan Manuel Serrat o la argentina Nacha Guevara, se buscó que fueran más en formato «off» que a cámara, Varela enfatiza también el rol que juega la música en el filme.
«Hay dos temas musicales (escritos por Benedetti en colaboración con músicos) pero después toda la banda sonora está compuesta especialmente para la película», apunta al respecto de la cinta, en la que no falta la voz de Guevara cantando la romántica «si te quiero es porque sos/mi amor, mi cómplice y todo».
Más sin una tarde te extraviaras
Un punto de inflexión en la relación de Benedetti y López, que acompañó al autor en sus diversos exilios -primero en Cuba, luego en España- es, dice Varela, el impacto que produce el repentino comienzo del Alzheimer que aquejó a esta en la vejez y que afectó profundamente al autor.
«Es como una daga terrible, es casi una tragedia griega y es absolutamente desconocido eso en la vida de Mario. Tres años después él muere dentro de un estado de soledad y de dolor, entonces es bien interesante, contrapuesto a ese autor bonachón, simpático», puntualiza.
«La persona con la cual él decidió pasar toda su vida, el amor de su vida, lo olvida», añade el director, y dice que recrear esa primera noche en que no la encontró a su lado porque salió a deambular confundida conllevó un trabajo especial a dos manos con el director de fotografía, César Charlone.
«Más si una tarde te extraviaras/entre el mar y el espejo/recuerda siempre que aquí estamos/yo y mi alma y mi cuerpo», concluye la «Sonata para adiós y flauta» de Benedetti y son este y otros pasajes, como el que recuerda que «el largo amor no tiene cismas» los que jugarán también con las emociones de quien, una vez en salas, de vistazo a los 60 años de un amor escrito en verso.