El COVID-19 y sus consecuencias se sigue investigando. Con algo de perspectiva y datos estadísticos, los científicos ajustan los riesgos posteriores a la infección. Ahora, según un estudio que acaba de publicarse en JAMA Network Open, la infección producida por esta enfermedad aumenta la posibilidad de desarrollar diabetes, lo que confirma investigaciones previas y subraya los riesgos para la salud a largo plazo que presenta el virus.
El estudio, basado en registros de salud de casi 24.000 adultos con al menos una infección por COVID-19 documentada y que recibieron tratamiento en el Sistema de Salud Cedars-Sinai en Los Ángeles, EEUU, entre 2020 y 2022, encontró tasas más altas de diabetes de inicio reciente en los 90 días después de una infección por COVID, que las registradas entre quienes no lo padecieron y comparado con cifras previas.
La variante Ómicron fue la que más impacto tuvo en el mundo (Getty Images)
Las probabilidades de ser diagnosticado con diabetes de inicio reciente eran un 58% mayores después de la infección que antes, encontraron los científicos. El hallazgo es consistente con un creciente cuerpo de investigación que muestra que los pacientes que contraen COVID tienen un mayor riesgo de ser diagnosticados con una variedad de problemas metabólicos y cardiovasculares en los meses posteriores a la infección.
También sugiere que este mayor riesgo ha persistido con Ómicron, según indicaron los investigadores, la variante de coronavirus que ha sido dominante en gran parte del mundo durante más de un año. Los hallazgos también sugieren que la vacunación puede ayudar a proteger contra el riesgo de diabetes después de la infección, ya que el peligro de padecer esa enfermedad parecía ser más bajo en los pacientes que fueron vacunados en el momento de la infección.
”Se necesitarán más investigaciones para confirmar la teoría, pero nos sentimos firmes en la creencia de que la vacunación es una herramienta importante en la protección contra el COVID-19″, advirtió Alan Kwan, médico cardiovascular en el Smidt Heart Institute en Cedars-Sinai y autor principal del estudio.
Luego de tener COVID-19 también aumentan las probabilidades de padecer problemas cardiovasculares (Gettyimages)
La punta del iceberg
Todavía hay mucho que los especialistas no entienden sobre cómo el COVID-19 afecta al cuerpo. Susan Cheng, profesora de cardiología y autora principal del estudio, dijo que “los hallazgos del equipo amplían la comprensión de la enfermedad por parte de la medicina y abren nuevas preguntas. Aunque no es seguro, los datos sugieren que una infección por COVID podría estar actuando como un acelerador de enfermedades en algunos entornos, aumentando el riesgo de un diagnóstico que las personas podrían haber recibido más adelante en la vida. Una persona con un riesgo preexistente de diabetes podría, por ejemplo, tener más probabilidades de desarrollar la enfermedad a los 45 ó 55 años después de la infección que a los 65″, completó Cheng.
A medida que avanzó la pandemia de COVID-19, se acumularon pruebas que mostraban que la infección aumentaba el riesgo de sufrir una gran cantidad de afecciones en todo el cuerpo y un enorme cuerpo de investigaciones muestra que los sobrevivientes tienen un mayor riesgo de desarrollar diversas afecciones neurológicas y psiquiátricas, problemas cardiovasculares y metabólicos.
Se debe recomendar la detección de diabetes en individuos después de la recuperación de formas leves de COVID-19
El riesgo de desarrollar diabetes, una afección grave y de por vida que afecta la forma en que el cuerpo maneja el azúcar, también es elevado. La afección es manejable, pero sigue siendo una de las principales causas de muerte y contribuye de manera importante a las enfermedades cardiovasculares. El costo de la insulina que necesitan los diabéticos también es significativo.
“Los mecanismos que contribuyen al riesgo de diabetes posterior a la infección siguen sin estar claros, aunque la inflamación persistente que contribuye a la resistencia a la insulina es una vía propuesta. Se necesitan estudios adicionales para comprender las secuelas cardiometabólicas de la COVID-19 y si la vacuna contra la enfermedad atenúa el riesgo de enfermedad cardiometabólica en general”, concluyó Cheng.
De la presente investigación también participaron Alan C. Kwan, Joseph E. Ebinger, Patrick Botting,Jesse Navarrette y Brian Claggett.