En esta conmemoración del Día Internacional de la Mujer nos llega nuevamente el eterno recuerdo de las 129 heroínas que en 1910 murieron carbonizadas en una fábrica estadounidense en plena y digna lucha por mejores condiciones de trabajo, por el derecho a la organización, por su libertad como mujeres trabajadoras y como ciudadanas.
Ese hecho conmovedor ha servido de estandarte a las trabajadoras del mundo para levantar las demandas propias que permitirían superar la subordinación, la violencia y opresión que sufren las mujeres. Se ha constituido en una referencia para expresar su justa y valiente rebeldía, construir conciencia sobre las causas de las desigualdades respecto a los hombres y presentar propuestas emancipadoras.
Vivimos una sociedad de grandes injusticias, discriminaciones y opresiones. Estas son aún mayores si se ven en la relación hombre-mujer, especialmente en temas como el acceso al empleo y a los ingresos, el derecho a la salud, la relación de poder en la familia y la sociedad, la forma de participar en la política y el cruel despliegue de la violencia masculina y del poder constituido contra las mujeres. De ahí la extraordinaria justeza de esta causa al compas de la lucha por liberación de todos los pueblos y de las clases y sectores explotados y excluidos.
Importa mucho por eso detenernos hoy -y siempre- en dos de las características de la sociedad dominicana: la opresión y la explotación de las mujeres:
1. La opresión tiene sus raíces en un sistema capitalista plagado de desigualdades, que le da continuidad a una cultura machista que coloca a las mujeres en posición subordinada frente a los hombres, quienes abusivamente se asumen como propietarios de sus vidas y de sus cuerpos. Esa es la sociedad patriarcal que genera las distintas formas de violencia y exclusión (física, psicológica, económica) contra mujeres y niñas.,
2. La explotación se sustenta en la división sexual del trabajo y en el interés exclusivo del capital por la ganancia, generando y apropiándose de más riquezas en base al trabajo desvalorizado de las mujeres y asignándoles de manera casi exclusiva a las mujeres las tareas del cuidado de la familia y del hogar.
En la República Dominicana de hoy las mujeres viven múltiples formas de maltrato y de discriminación que son tanto más graves y dolorosas cuando ellas son más pobres y han tenido menos oportunidades.