El canciller de Alemania, Olaf Scholz, viajará esta semana a Ucrania y Rusia en un esfuerzo de ayudar a rebajar la tensión, mientras agencias occidentales de inteligencia advertían de una invasión rusa de Ucrania cada vez más inminente. Alemania ha pedido a sus ciudadanos que abandonen Ucrania lo antes posible.
Antes de sus primeras visitas como canciller a Kiev el lunes y a Moscú el martes para reunirse con los presidentes de Ucrania y Rusia, Scholz reiteró sus advertencias a Rusia y siguió defendiendo que se continúen los esfuerzos diplomáticos en varios formatos.
“Nuestro trabajo es asegurarnos de que impedimos una guerra en Europa, que enviamos un mensaje claro a Rusia de que cualquier agresión militar tendría consecuencias que serían muy graves para Rusia y sus perspectivas, y de que estamos unidos con nuestros aliados”, dijo Scholz el viernes a los legisladores en la cámara alta del parlamento alemán.
“Pero al mismo tiempo, eso también incluye utilizar todas las oportunidades para hablar y avanzar”, dijo Scholz.
Rusia ha concentrado más de 100.000 tropas cerca de la frontera ucraniana y realizado una serie de maniobras militares en la región, pero dice que no tiene planes de invadir el país.
Moscú quiere garantías de Occidente de que la OTAN no permitirá que Ucrania y otros países exsoviéticos se suman como miembros y que la alianza detenga sus despliegue de armas en Ucrania y retire sus fuerzas de Europa Oriental. Estados Unidos y la OTAN rechazan de plano esas demandas.
Scholz ha reiterado que Moscú pagará un “alto precio” en caso de ataque, pero su gobierno se ha negado a entregar armas letales a Ucrania o detallar qué sanciones apoyaría contra Rusia, lo que ha provocado críticas dentro y fuera del país y planteado dudas sobre la resolución de Berlín ante Rusia.
Los recelos de Alemania se deben en parte a su historia de agresión durante el siglo XX, cuando su militarización de Europa en dos guerras mundiales llevó a muchos mandatarios alemanes de posguerra a ver cualquier respuesta militar como el último recurso.
Pese a su carga histórica, los expertos señalan que ahora resulta crucial que Scholz deje claro que Alemania está en sintonía con sus aliados europeos y estadounidenses, especialmente cuando se reúna con el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Scholz no ha especificado qué consecuencias o sanciones tendría que enfrentar Rusia si invade Ucrania, pero está claro que el futuro del controvertido gasoducto Nord Stream 2, que llevaría gas natural ruso a Alemania por el Mar Báltico eludiendo a Ucrania, está en juego.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, amenazó la semana pasada con que el gasoducto no entraría en funcionamiento si hay una invasión.
Eso sería un golpe económico para Rusia, pero también causaría problemas de suministro a Alemania. El gasoducto está terminado pero aún no se ha puesto en marcha.
“Alemania no tiene mucha fuera negociadora salvo decir que no dará autorización al Nord Stream 2, que es la única baza política”, dijo Claudia Kemfert, directora del departamento de energía, transporte y medio ambiente del German Institute for Economic Research.
“Por lo demás, Alemania es muy susceptible al chantaje. No podemos hacer demasiado. Nos hemos comprometido a conseguir los suministros de gas, a diferencia de otros países europeos no hemos diversificado nuestros suministros de gas y nos hemos rezagado en la transición energética. De modo que hicimos muchas cosas mal, y estamos pagando el precio”, añadió Kemfert.
Scholz sólo puede confiar en que sus conversaciones con Putin logren disuadirle de emprender acciones militares con una solución que salve las apariencias, dijo Markus Ziener, experto del German Marshall Fund.
“En realidad sólo puede esperar que al final de toda esta ronda de negociaciones haya un éxito, que se evite la guerra. Entonces Scholz será elogiado por sus habilidades negociadoras”, añadió Ziener. “Si no, la pregunta será: ¿Cuál era en realidad la línea del gobierno alemán?”.