Aunque el alcohol es la principal causa de cirrosis hepática, solamente el 20 por ciento de la población con un consumo patológico la desarrollará, según el médico especialista del aparato digestivo del Hospital Nuestra Señora del Rosario, el doctor Óscar Núñez Martínez.
Tal y como ha explicado el doctor Núñez, la cirrosis hepática es una enfermedad que comporta para el paciente un estado de angustia por la certeza de un mal pronóstico y la impresión de muerte inminente, además de generar incomprensión social, al vincularse casi exclusivamente a la ingesta alcohólica.
«Los niveles de consumo de alcohol que pueden provocarla están muchas veces dentro de lo que consideramos un consumo social y no patológico, sin ser conscientes del riesgo al que nos sometemos, por esta y otras muchas enfermedades asociadas a este hábito», ha matizado.
Entre las recomendaciones lanzadas por el doctor para evitar la cirrosis hepática se encuentran seguir un dieta saludable y equilibrada, un estilo de vida activo y la abstinencia de bebidas alcohólicas, así como el cese del consumo de tabaco o de cualquier tipo de droga.
«Si existe una hipertensión portal ya significativa, con desarrollo de varices esófago-gástricas, se indicará un tratamiento farmacológico preventivo de hemorragia por su rotura, y si la enfermedad está descompensada, deberemos tratar de forma dirigida las complicaciones de la enfermedad y determinar si el paciente es candidato a un trasplante hepático», ha concluido el experto, quien ha aclarado que esta última medida no está exenta de riesgos, aunque será beneficiosa para el paciente si se estima que el tiempo de supervivencia que ofrece supera al esperable por su enfermedad.
DIAGNÓSTICO DE LA ENFERMEDAD
El diagnóstico de la cirrosis hepática por definición precisaría de la realización de una biopsia hepática para su confirmación histológica. «Sin embargo, en pocas ocasiones es necesaria, por lo que los datos obtenidos por las pruebas de imagen y la elastografía hepática nos van a dar el diagnóstico en la mayoría de los casos», ha señalado el doctor Núñez.
Tal y como ha explicado el doctor, a todo paciente diagnosticado de cirrosis hepática se le debe efectuar un seguimiento semestral con ecografía abdominal, para descartar el desarrollo de hepatocarcinoma (la cirrosis hepática es el principal factor de riesgo de desarrollo de este tipo de tumor hepático primario) o descompensación hepática en forma de ascitis, y el pertinente control analítico.
Además, ha añadido que en aquellos pacientes con criterios de sospecha del posible desarrollo de varices esofágicas o gástricas, habrá que someterlos a una gastroscopia, que también podrá tener un carácter terapéutico cuando sea preciso.
El doctor ha resaltado que, aunque en la actualidad no existe un tratamiento para la cirrosis hepática, lo fundamental es tratar la causa, puesto que si se hace desaparecer o se controla, parte de los cambios de la lesión hepática son reversibles.
«Hay que aclarar, no obstante, que una cirrosis hepática, salvo en estadios muy iniciales, es una lesión considerada no reversible. En todo caso, en una cirrosis compensada el pronóstico a largo plazo es marcadamente mejor que si persiste la causa de la enfermedad, y en pacientes con cirrosis descompensada se puede conseguir compensarla», ha apuntado el doctor Núñez.
Fuente: Europa Press