El incombustible Donald Trump vuelve a tener la Casa Blanca al alcance de la mano gracias a su olfato político y su capacidad para sortear obstáculos.
En su tercera campaña presidencial ha sobrevivido a todo: una condena penal, cuatro inculpaciones y dos intentos de asesinato.
Gracias a su «instinto» afilado, el tempestuoso septuagenario, cuya caída se ha anunciado mil veces, ha sabido sacar provecho de cada uno de estos escollos.
Parte de los republicanos lo abandonaron después de que simpatizantes del magnate asaltaran el Capitolio en 2021.
Pero el millonario de 78 años ha recuperado en cuatro años un control total sobre el partido.
Durante la convención de los republicanos a mediados de julio, disfrutó viendo cómo aquellos que le dieron la espalda se deshacían en alabanzas en el escenario. Fue dos días después de ser blanco de un intento de asesinato durante un mitin en Pensilvania.
El magnate llevaba un vendaje blanco en la oreja en la que resultó herido. En solidaridad muchos simpatizantes se vendaron las suyas.
La imagen de Trump levantándose, con el rostro ensangrentado y el puño en alto, es la más impactante de la campaña.