El 22 de agosto del 2000 el presidente Hipólito Mejía me llamó a su casa y me dijo, “barsano quiero que te encargues de una promesa que le hice al doctor Peña Gómez”. Le respondí “Qué tengo que hacer” Y me dijo, “hacer realidad la seguridad social”.
La historia termina con mi nombramiento como Coordinador de la Comisión de Reforma del Sector Salud (CERSS), junto a una comisión de médicos reconocidos para que apoyaran este proceso.
A ese grupo se integró Arismendi Díaz Santana e Iván Rondón, que asumieron un papel protagónico. La ley tenía más de 13 años estancada en el congreso.
La CERSS tenía muchos recursos de dos préstamos (BM y BID) para reformar el sector salud y gestionamos con ambos organismos que parte de estos fueran usados para cubrir los gastos que implicaba trabajar en la nueva ley.
Se realizaron decenas de reuniones con más de 20 organizaciones (empresariales, médicos, sindicatos, entidades financieras, entidades públicas, asesores internacionales y funcionarios de la seguridad social de América Latina y Europa).
Finalmente, ocho meses después la ley fue consensuada y aprobada (87-01) sobre la base de la capitalización individual, logro más relevante de las últimas dos décadas.
Han pasado 23 años y la seguridad social tiene serios problemas. La atención primaria, uno de sus pilares, aún está en pañales. Los hospitales, que serían entes descentralizados y autosuficientes financieramente, siguen careciendo de recursos y buena gestión. El Ministerio de Salud, jamás se convirtió en un ente regulador, como estaba previsto. Y muchos critican las excesivas ganancias de las AFP y ARS y su mal servicio al asegurado.
La cesantía, que sería resuelta un año después de aprobada la ley, sigue vigente impulsando a miles de negocios a la informalidad que no cotizan en la TSS. Para esos trabajadores su única opción es afiliarse al régimen subsidiado de Senasa.
No cuestiono que las AFP y ARS privadas ganen dinero, pero ciertos límites y regulaciones deben imponerse para no mercantilizar la SS. Y los servicios médicos a los asegurados mejorarlos sustancialmente porque hay malos tratos y abusos, especialmente con los prepagos.
¿Hoy me pregunto? ¿Cuándo modificarán esta ley y si los problemas antes descritos se resolverán? De lo contrario, el sistema de capitalización individual vigente podría colapsar.
En Chile una mayoría se opone al sistema de capitalización de la SS y ya empiezo a dudar si aquí hicimos lo correcto.