Enzo Ferrari, creador de la marca más famosa del mundo del automóvil, alguna vez aseguró que “si un hombre trabaja de lo que le apasiona, no necesita vacaciones”. Probablemente muchas personas coincidan con esta idea, aunque solo aquellos que siente pasión por su medio de vida lo podrán comprender.
Es probable que en estos tiempos, en los cuales cada fin de semana de Gran Premio de Fórmula 1 parecen más una tortura que un placer para cada integrante de la Scudería Ferrari, aquellas palabras de “Il Commendatore” no puedan reflejar la situación de su equipo de carreras. Han logrado un monoplaza muy competitivo y un motor muy potente, pero la cantidad de errores y fallas humanas que se acumulan carrera a carrera, los condenan a ser el centro de incontables críticas.
Muy lejos han quedado aquellos años de contundencia técnica y deportiva de finales de los años 90 y comienzos de los 2000, en los que el equipo fue construido alrededor de la figura del alemán Michael Schumacher, a quién rodearon el francés Jean Todt como Director General, el inglés Ross Brawn como Director Deportivo y el sudafricano Rory Byrne como Director Técnico. Fue el equipo de los sueños, que ganó los títulos de 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004, pero que bien pudo haber ganado también los de 1997 y 1998 con Schumacher y de 1999 con Eddie Irvine.
El chasis 229 de la F2003-GA fue el utilizado por Schumacher para ganar 4 de las 5 carreras de ese año y coronarse campeón por sexta vez. (Foto Sotheby’s)
Quedó el recuerdo de un poderoso equipo Ferrari y quedaron sus autos como vivo testimonio cada vez que uno de ellos enciende un motor en la pista de Fiorano, dentro del mismísimo pueblo natal de Ferrari: Maranello.
En 2000, el año del primer campeonato, Schumacher había superado a Mika Hakkinen por solo 19 puntos. Pero en 2001, la superioridad de Ferrari le permitió doblar en puntos a David Coulthard y en 2002 casi triplicar los puntos de Juan Pablo Montoya, tercero en el campeonato, pero el primer No Ferrari, ya que el brasileño Rubens Barrichello había secundado a Schumacher en la tabla, haciendo un contundente 1-2 de los autos italianos.
Sin embargo, en 2003, las cosas no siguieron esa línea. Schumacher ganó solo 1 de las primeras cuatro carreras, mientras esperaba la llegada del auto nuevo, al que habían denominado Ferrari F2003-GA, en honor a Gianni Agnelli, el Presidente de Ferrari, que había fallecido apenas cuatro meses antes.
La tecnología del auto fue muy superior a la de su predecesor. Los escapes saliendo sobre los laterales fueron parte de esa evolución. (Foto Sotheby’s)
El auto era un cambio completo respecto a su antecesor. Era más largo entre ejes, tenía completamente revisada la aerodinámica y montaba el nuevo motor V10 de 3 litros que entregaba 845 CV a 19.000 RPM.
Y el debut no pudo ser mejor, porque ganó ese día en España, pero después repitió en Austria, Canadá, Italia e Indianápolis, para consagrar Campeón Mundial de F1 a Schumacher por sexta y penúltima vez por tan solo 2 puntos de diferencia sobre el finlandés Kimi Raikkonen. Esas cuatro victorias fueron sobre el mismo chasis, el 229, que fue uno de los únicos seis que se construyeron del modelo, aunque Schumacher solo usara uno solo.
Todo eso ha merecido que el auto reciba la distinción de “Libro Rojo” Ferrari Classiche, luego de una profunda revisión realizada este año, antes de ser puesto en subasta por la afamada casa inglesa RM Sotheby’s. Incluso, después de esa revisación, el hijo mayor de Michael Schumacher y actual piloto de Fórmula 1, Mick, pudo hacer un breve test en la pista de Fiorano para ponerlo en marcha nuevamente después de la revisión.
Mick Schumacher fue el encargado de poner en marcha y girar en Fiorano con el F2003-GA una vez que terminó el proceso de revisión total del modelo antes de salir a subasta. (Foto Sotheby’s)
El auto tienen nuevo dueño desde el pasado 9 de noviembre. No se ha dado a conocer su identidad, pero sí se sabe que pagó por adquirir el F2003-GA, la suma de 14.630.000 dólares, lo que convierte a esta Ferrari, en el auto más costoso de Fórmula 1 de la era moderna. La referencia anterior la tenía otro auto de Schumacher, uno de los F2001 con los que consiguió su primer título con Ferrari, pero por él habían pagado la mitad, ya que se subastó en 7.504.000 dólares.
Si un día se vende uno de los Ferrari F2004 con los que obtuvo su último campeonato mundial, probablemente esa cifra se vuelva a superar, aunque por ahora, entre el museo de Maranello y la colección privada Michael Schumacher que se exhibe en Colonia, Alemania, parecen estar bien donde están.