Los requerimientos nutricionales varían en cada etapa de la vida, por tanto, la alimentación debe adaptarse al momento de desarrollo en que se encuentre la persona.
Facunda Cornelio Hernández, nutricionista y endocrinóloga, enfatiza la relevancia de una alimentación saludable a lo largo de la vida y afirma: “Lo que más nos está enfermando es la alimentación y la vida sedentaria”.
Cornelio Hernández describe, a grandes rasgos, la alimentación ideal para cada tramo de la existencia.
De cero a seis meses
Desde el nacimiento hasta los seis meses de vida, el bebé debe alimentarse exclusivamente con leche materna, pues esta contiene todo lo que la criatura necesita para su desarrollo.
A partir de los seis meses se inicia la ablactación o introducción paulatina de otros alimentos como purés (de papa y auyama, por ejemplo), papillas (de arroz) y, en general, frutas y vegetales.
De ellos los bebés obtendrán, entre otros nutrientes, el hierro, un mineral que, de acuerdo con Cornelio Hernández, no se encuentra en suficiente cantidad en la leche materna.
Niñez temprana
“El niño puede comer de todo”, dice la nutricionista y endocrinóloga, que recomienda, sobre todo, la ingesta de lácteos (además de leche, derivados de esta como el yogur y el queso), una fuente cardinal de calcio (vital para la formación de los huesos) y de proteínas (necesarias para múltiples funciones del organismo, incluyendo la formación de músculo).
Pubertad
El aporte de proteínas, como las que se encuentran en el huevo, la leche, la carne y el pescado, sigue siendo crucial. Pero durante esta etapa, que se inicia alrededor de los 12 años en las hembras y un poco más tarde en el varón, los requerimientos nutricionales se duplican. Y es que, aparte de la constante actividad de los menores, es en la pubertad cuando se produce la aceleración del crecimiento conocida como estirón puberal.
Adultez
Mientras los adultos se preocupan por suministrar a sus hijos una alimentación sana, suelen descuidar su propia nutrición. En lugar de basar su dieta en la elección de los nutrientes necesarios para el organismo y para el estilo de vida de cada uno, los adultos consumen con frecuencia comida chatarra, “de la que no se debe abusar”.
La dieta mediterránea, según Cornelio Hernández, es la más recomendable.
Esta dieta abunda en frutas y vegetales de temporada, cereales, pescado y frutos secos y, como grasa añadida, recurre al aceite de oliva.
¿Y qué decir de los suplementos? “Nada de eso es necesario si nos alimentamos en una forma correcta”, expresa la nutricionista-endocrinóloga.
Embarazo
La mujer gestante merece una mención aparte.
Dependiendo del peso que tenga al momento de quedar embarazada, debe seguir su alimentación balanceada habitual hasta entrar en el tercer trimestre, cuando sí necesita mayor cantidad de alimento, pero siempre saludable.
Una mujer que sufra de obesidad enfrenta la posibilidad de un embarazo de alto riesgo (en ese caso se le restringe la dieta, comenta la endocrinóloga).
La malnutrida, del lado contrario, “paga las consecuencias (de su deficiencia) porque el niño echa mano de las reservas de la madre”.
La embarazada sí amerita alguna suplementación, en este caso, ácido fólico y hierro.
Vejez
Las comidas copiosas quedan en el pasado y se sustituyen por raciones más pequeñas (agradables a la vista y de fácil masticación) distribuidas en cinco comidas a lo largo del día.
La mujer envejeciente, que enfrenta un mayor riesgo de osteoporosis, no debe descuidar el consumo de calcio (aparte de los lácteos, Cornelio Hernández dice que lo puede encontrar en la cáscara de huevo molida y en los huesitos de pollo), además del ejercicio físico, que ayuda a fijar este mineral en los huesos.