Cuando el demócrata Joe Biden despida en enero próximo al actual gobernante de EE.UU., Donald Trump, tendrá sobre sí no sólo las miradas de sus compatriotas sino también la esperanza de millones de inmigrantes que en los últimos cuatro años vieron estrechar sus opciones de llegar o permanecer en el país de las oportunidades.
Cuatro años bastaron para que la Administración de Trump, obsesionada en levantar un muro físico en la frontera con México que no llegó a concluir, levantara una estructura legal que restringió el asilo, redujo a mínimos históricos la cifra de refugiados acogidos por el país y puso en vilo la continuidad de programas como DACA -que beneficia a los ‘soñadores’- y el TPS, un amparo que ha beneficiado principalmente a ciudadanos centroamericanos.
“Bye Trump”
La imagen no podía ser más elocuente. Mientras en las principales ciudades de EE.UU. centenares de personas celebraban el triunfo de Biden, una hilera de globos plateados sobresalía entre centenares de carpas caóticamente levantadas en Matamoros, una ciudad mexicana vecina del estado de Texas.