Mucho se ha dicho y contra dicho sobre la reacción airada de Albert Pujols al saber, por boca de su Manager, que no fue este quien tomó la decisión que dejarlo fuera de la alineación sino que fue Don Arturo Moreno, Presidente y dueño de Los Angelinos de California quien le había dado esa orden.
Nada más desolador y ofensivo para un hombre que se respete como Albert Pujols, doblemente indignado: Primero, por la sumisión de su manager cuando trata de excusarse refiriéndole la insólita petición de Don Arturo, sin agallas para darle a conocer al Señor Presidente la responsabilidad y el derecho que le corresponde de conformar y escoger la novena de sus jugadores y suplentes de los peloteros bajo su mando para guiar al triunfo a su equipo, siendo ese su mayor compromiso y obligación, no bajar la cabeza dócilmente, temeroso de perder su cargo o rebatir y defender su criterio.
Segundo, la grave la intromisión del Presidente de Los Angelinos que de manera arbitraria impuso su deseo en un juego sin trascendencia, pudiendo sostener previamente una reunión amistosa afable con quien fuera su otrora jugador estelar y no faltarle el debido respeto a Albert Pujols un jugador de leyenda en su paso por la historia como pocos en Grandes Ligas que puedan igualársele siendo no solo un seguro Hall of Fame de Cooperstown que le daría mayor gloria y prestigio a su franquicia, a la ciudad de Los Ángeles y a su fanaticada a California claro está a nuestro país nunca olvidado y sus seguidores por su soberbia actuación y conducta no mereciendo el maltrato recibido que no mella su recia personalidad, su vida austera y decorosa, su justo reconocimiento como hombre de bien que destaca la labor de su Fundación comprometida con instituciones benéficas de asistencia a los niños y los seres más desamparados.
No es lo que con tanta ligereza se dice: “El béisbol es un negocio” para justificar lo injustificable en este caso. Ciertamente, lo es para sus dueños pero no para los amantes de este pasatiempo, la fanaticada que asiste al “stadium” y está al día de los detalles, resultados y actuaciones de sus peloteros. Tampoco es verdad que puede atribuirse la derrota o la victoria de un equipo un jugador del conjunto siendo múltiples y variadas las circunstancias que intervienes en ocasiones inesperadas, lo que definen la suerte de un partido o de un torneo de pelota, de ahí la permanencia de emociones y sorpresas.
La razón o excusa para desconsiderar a Albert Pujols como se ha hecho, no puede ser justificada por su promedio de bateo o su defensa. Ciertamente no es el temible toletero de antaño. Pero todo jugador pasa por una mala racha, por un slump pasajero. Cuando llegue la hora de su retiro debe ser ponderado y convenido con él en privado, no de esa manera deshonrosa. Se trata de Albert Pujols una persona digna, honorable de conducta intachable que ha ganado y se merece el mayor respeto.