Por Rafael Peralta Romero
El pesimismo tiene un espacio ganado en la historia de la humanidad. Ha marcado terreno en el pensamiento filosófico para expandirse hacia lo económico y lo social. En la filosofía cuenta con categoría de doctrina. Sus adeptos ven los aspectos negativos de la realidad y el predominio del mal sobre el bien.
La tendencia a considerar los hechos y las situaciones en su lado más desfavorable marca el comportamiento de algunas personas, al margen de teorías y especulaciones. Ver el panorama nublado puede ser, en ocasiones, fruto de una realidad y alguien que no dio antes visos de ser pesimista se presenta como tal.
Un amigo, también colega, que labora en favor de la candidatura presidencial de Luis Abinader, muestra una visión optimista respecto de su triunfo electoral. El optimismo es la visión contraria del pesimismo, pero la realidad actual le remueve a mi amigo la desmoralización. Piensa que Abinader asumirá el Gobierno en las peores condiciones.
Los estragos del coronavirus y la depredación contra el patrimonio público perpetrados por el gobierno de Danilo Medina conducen a mi amigo a pensar que “esta gente no dejarán ni con qué pagar el salario de los servidores públicos”. Y sostiene que los funcionarios del próximo gobierno deben prepararse para eso.
Abinader y su quipo económico saben lo que les espera y desde ya han esbozado un plan especial para relanzar la economía, preservar el empleo y proteger a los más necesitados. Incluye medidas de corto y mediano plazos para preservar los empleos y estimular la creación de nuevos puestos de trabajo.
Cuestión clave en las medidas a aplicarse a partir de agosto venidero, cuando inicia el cuatrienio presidencial, es dar apoyo a la liquidez de las empresas, priorizar las actividades con un alto contenido local, establecer mecanismos de protección a las mipymes y garantizar la debida protección a los grupos vulnerables.
La propuesta de Abinader comienza por restaurar la confianza de los ciudadanos y las empresas en las instituciones del país. “Estamos preparados –dijo- para apoyar a los ciudadanos en esta situación adversa y para producir una reactivación rápida del aparato productivo con inclusión social”. Esta es la respuesta al pesimismo.
Abinader, de profesión economista y probado en la gerencia empresarial, tiene un amplio paquete de políticas para reactivar la actividad económica, y acordó con su equipo de expertos que las medidas fiscales y de gastos deben ser focalizadas, temporales y progresivas, con un marco presupuestario de mediano plazo. Conviene confiar.