El presidente de EE.UU., Donald Trump, se atribuyó ayer el mérito del alto el fuego que podría poner fin a la ofensiva turca en el norte de Siria, y repitió así un esquema que ya se ha convertido en un patrón de su política exterior: espolear crisis para luego poder resolverlas y venderlas a sus votantes.
En un discurso en la Casa Blanca, Trump anunció que Turquía se había comprometido a hacer «permanente» el alto el fuego en el norte de Siria y que, como consecuencia, Estados Unidos levantaba las sanciones que había impuesto a varios ministros turcos por la ofensiva.
Así, Trump eliminaba el único castigo que impuso a Turquía por su ofensiva en el norte de Siria, y desataba una lluvia de acusaciones de «capitulación» por parte de la oposición demócrata, convencida de que el presidente se había dejado timar por Turquía y había abierto la puerta al avance de Rusia en Oriente Próximo.
EL «ARTÍFICE» DEL ALTO FUEGO
El análisis de los demócratas no pudo chocar más con el de Trump, que se presentó como el artífice absoluto del freno a una ofensiva que él mismo había facilitado al retirar a las tropas estadounidenses del norte de Siria.
«Este es un resultado creado por nosotros, los Estados Unidos, y nadie más, ningún otro país», dijo el mandatario en una clara referencia a Rusia.
Trump presumió de haber «salvado a decenas de miles de kurdos» al promover el alto el fuego, a pesar de que la ofensiva turca facilitada por EE.UU. causó la muerte a más de 200 civiles, según las autoridades kurdosirias.
UN DISCURSO «ORWELLIANO»
En un momento que el general retirado Barry McCaffrey describió en un tuit como «orwelliano» y «digno de un ‘sketch’ de Monty Python», Trump argumentó que, si él no hubiera dado vía libre a la ofensiva turca, no se habría alcanzado el alto el fuego.
«El dolor y sufrimiento de los tres días de combates (por la ofensiva turca) tuvieron una responsabilidad (influencia) directa en nuestra capacidad (de EE.UU.) de llegar a un acuerdo con Turquía y los kurdos, que nunca podría haberse alcanzado sin este estallido», afirmó Trump en su discurso.
El tono triunfal de Trump contrastó con el alarmante testimonio ante el Congreso del enviado estadounidense para Siria, James Jeffrey, que admitió que EE.UU. ha detectado varios «crímenes de guerra» desde el inicio de la ofensiva turca y que cree que «más de 100» prisioneros del Estado Islámico (EI) se han escapado desde entonces.
Pero, consciente de que a su base de votantes le importan poco las declaraciones de diplomáticos de carrera, Trump se permitió asegurar en su discurso que los yihadistas que se escaparon son «pocos» y «la mayoría han sido capturados de nuevo».
UN GUION FAMILIAR
El discurso de Trump sobre Siria siguió un guion que ha aplicado a lo largo de su Presidencia tanto en la política exterior como en la interna: generar o azuzar una crisis para luego poder clamar ante sus votantes que solo él podía resolverla.
«Una y otra vez, ya sea con Corea del Norte, con México o con nuestros aliados en la OTAN, el presidente Trump incendia y crea conflictos solo para que parezca que los ha resuelto», dijo el pasado junio el senador demócrata Chris Coons a la cadena CNN.
Coons reaccionaba así al acuerdo migratorio alcanzado ese mes entre EE.UU. y México, un pacto que el país vecino se plegó a negociar solo después de que Trump amenazara con imponer aranceles a todos los productos mexicanos.
Trump también ha vendido como una victoria contra las «prácticas comerciales injustas en el extranjero» los subsidios que ha tenido que conceder a los agricultores en EE.UU. para que su negocio no colapsara como consecuencia de la guerra comercial con China, que él mismo inició el año pasado.
Y el año pasado se felicitó por poner fin a la política más criticada de todo su mandato, la separación de familias indocumentadas en la frontera, al asegurar que no le «gustaba la idea» de alejar a niños de sus padres a pesar de que fue una consecuencia directa de sus medidas.
Mientras legisladores y analistas de EE.UU. clamaban que Trump había vendido a los kurdos al mejor postor, el mandatario se dirigía tranquilamente a un acto con la industria petrolífera en el estado clave de Pensilvania, convencido de que su guion triunfaría con la audiencia que verdaderamente le importa.
Fuente: EFE