Un grupo internacional de investigadores ha descubierto en un fragmento de ámbar de aproximadamente 99 millones de años una nueva especie de caracol terrestre, cuya concha presenta pelos cortos y erizados, formados por su capa superior proteica, y dispuestos a lo largo de su margen.
El molusco ‘Archaeocyclotus brevivillosus’ fue hallado hace unos años en una mina de ámbar del Cretácico en el valle de Hukawng, en Birmania. En los yacimientos birmanos, se han recuperado ocho especies de la familia ‘Cyclophoridae’, de las que seis presentaban caparazones erizados, reza un comunicado.
El caracol recién descubierto mide 26,5 milímetros de largo, 21 de ancho y 9 de alto. El margen exterior de la concha está revestido de pelos cortos, que se agrupan alrededor de la abertura de la concha, describe el fósil la paleontóloga Adrienne Jochum, una de las autoras del estudio.
«Su nombre deriva de las palabras latinas brevis (corto o pequeño) y villōsus (peludo o desgreñado)», explica la científica.
Los finos pelos, que miden entre 150 y 200 micrómetros de longitud, fueron detectados mediante microscopía clásica y tomografía microcomputada de rayos X en 3D. Su presencia puede haber ofrecido a los moluscos una ventaja selectiva en su evolución, sostienen los científicos.
«Los pelos podrían haber mejorado la capacidad de los animales para aferrarse mejor a los tallos u hojas de las plantas», sugiere Jochum. «También podrían haber desempeñado un papel en la regulación térmica del caracol al permitir que pequeñas gotas de agua se adhirieran a la concha, sirviendo así de «aire acondicionado».
Además, el investigador señala que los pelitos podrían haber protegido la concha del caracol de la corrosión del suelo altamente ácido o haberles servido de camuflaje para evitar un ataque por parte de pájaros depredadores del suelo. Y, por último, el equipo no descarta que el vello les proporcionara una ventaja en la selección sexual, agregó Jochum.