¿Dejarías todo para irte a vivir a otro planeta? Sonia Van Meter sí lo haría.
Ella se describe a sí misma como «aspirante marciana» y espera ser parte de los primeros humanos que se establezcan en el planeta rojo en 10 años.
Si lo logra, nunca volverá a ver a su marido.
«No creo que puedas apuntarte en algo como esto sin estar un poquito loco», dice Van Meter en conversación con la BBC.
«Pero es la próxima gran aventura y voy a hacer todo lo que pueda por ser parte de ella».
Esta consultora política de 35 años de Austin, Texas, es una de los 705 preseleccionados para formar una colonia humana de entre 20 y 40 personas, un grupo elegido entre 200.000 aspirantes que el año pasado enviaron solicitudes a la organización holandesa sin fines de lucro Mars One.
«Yo pensé ‘esto suena divertido'», dice Van Meter. «No creí que hubiera la mínima posibilidad de que me seleccionaran, sólo quería ser parte de ello».
Su marido Jason Stanford dice que la ambición de Van Meter –y el hecho de que ahora tiene al menos una probabilidad entre 35 de irse para siempre– le provocó una mezcla de emociones.
«Como buen varón estadounidense de sangre caliente, al principio pensé que era algo sobre mí. Pensé ‘me estás abandonando'», dice Stanford.
Yo en Marte y tú en la Tierra
Pero con el tiempo, cambió de opinión. «Cuanto más hablaba de ello, me di cuenta de que lo está haciendo por las razones correctas, para mostrar a la humanidad lo que todos podemos hacer si trabajamos juntos», dice.
«Yo seré el marido de Sonia Van Meter el resto de mi vida, cortaré la cinta inaugural del Colegio Sonia Van Meter y contaré su historia aquí en la Tierra».
Por su parte, la aspirante marciana dice que se siente afortunada de tener «una familia extraordinaria para dejar atrás».
El plan de Mars One es enviar grupos de cuatro astronautas a Marte cada dos años , empezando en 2024, hasta que haya una colonia de 40 personas.
El financiamiento se obtendrá de un programa de televisión creado por los productores de Gran Hermano.
Inspiración espacial
El amor de Van Meter por el espacio se remonta a su infancia, cuando la única serie de TV que le dejaban ver era Star Trek, un programa que para ella hablaba de mucho más que la exploración espacial.
«Era sobre ser la mejor versión de uno mismo y trabajar juntos en colaboración», cuenta.
Incluso ahora, ya de adulta, ve la película Apolo 13 –sobre la misión espacial de 1970 que casi acaba en desastre– varias veces por año.
«Mira los miles de personas que se unieron e hicieron que esos tres seres humanos volvieran a casa sanos y salvos», señala Van Meter.
«No sé cómo alguien puede saber lo que hemos hecho en el espacio y no sentirse conmovido y emocionado por el futuro».
Hasta que Marte nos separe
Van Meter y Stanford llevan casi cinco años de casados, pero saben que los siguientes 10 años pueden ser los últimos juntos.
«Él me dijo una vez que me amaría hasta el fin de la Tierra y más allá», cuenta ella. «No anticipamos que eso podía incluir viajar a otro planeta».
«Yo prometí apoyarla en cualquier aventura que eligiéramos. Dijimos explícitamente que nuestras vidas serían una aventura, y esto es lo que ella eligió como meta», dice por su parte Stanford.
La pareja ha hecho frente con humor a ciertos comentarios críticos difundidos recientemente en las redes sociales.
«No estaba preparada para oír que soy una esposa horrible, que soy una madrastra horrible, que soy egoísta y arrogante», dice Van Meter.
Sus hijastros, Henry, de 13 años, y Hatcher, de 11, piensan que es genial que «su madrastra haya decidido convertirse en heroína», según cuenta el marido.
Stanford compara la misión a Marte con las que emprendieron en su tiempo Colón o Magallanes.
«No se quedaron en casa porque estaban casados», dice. «Ellos exploraron, y asumían probablemente que enfrentarían grandes peligros. Aquí los peligros están garantizados, y el hecho de que ella quiera hacerlo por razones nobles es algo que puedo superar».
Pero antes de que despeguen los cohetes de Mars One, los candidatos deberán pasar unos 10 años de preparación en la Tierra, que se transmitirán por TV en el formato de un reality-show.
Uno de los planes es seleccionar a los primeros «embajadores humanos» a través del voto del público.
¿Y cómo se imagina esta pareja la vida en el espacio en ese pequeño grupo de pioneros?
Según el marido que se quedará en la Tierra, aburrida.
Según la aspirante marciana, incómoda y claustrofóbica, pero con mucho que hacer.
«Habrá tanta actividad necesaria para mantenernos vivos que no creo que haya tiempo de prestar atención a la falta de aire fresco y sol», dice Van Meter. Entre otras cosas, tendrán que cultivar y producir su propia comida.
Cuando su padre se enteró que ella era una de los seleccionados entre 200.000, le preguntó cómo podía elegir hacer algo como esto.
«Imagina la tumba de la primera persona que muera en otro planeta», le contestó ella.
«¡Cielos! Entiendo tu argumento», le dijo su padre.