Nos individualizamos con el yo. Y tantas veces, ese yo comanda en una forma egoísta, cuando no se orienta en una manera participativa con todas las otras necesidades del hermano. Nosotros como yoes, conformamos un colectivo, y cuando a este impregnamos los valores en gran amor y servicio, nos favorecemos todos de manera individual, tomando la cuota que nos proporciona una real y óptima convivencia.
No es lo mismo afirmar yo puedo. Yo puedo ayudar a la conquista de la paz. Yo puedo cooperar a que este mundo sea mejor. Yo puedo fomentar núcleos reales de convivencia en amor y servicios. Puedo es el alma vital que impulsa con ímpetu a lograr los propósitos y los sueños. Hoy digamos unidos todos podemos lograr nuestros más íntimos anhelos, que, en paz soberana, fuerte y duradera, nos permita a todos vivir en armonía, tolerancia y respeto. Porque la unión hace la fuerza, y divididos se debilita la fuerza, y no permanece, trabajemos todos unidos para fortalecer los estamentos visibles de nuestro hogar, mundo y sociedades, para sentirnos seguros, a resguardo de la paz y respeto mutuo, como emblema de real de optima convivencia, donde todos somos uno.