Esta pregunta es generalmente la primera que se hacen al momento de remodelar o pensar en construir y la respuesta a esta pregunta de seguro ya la conocen: “no, ese dibujito que ellos hacen no es necesario, el maestro te diseña gratis, por supuesto, si le das la construcción”.
Aunque parezca una comedia, les aseguro que este tipo de conversaciones tienen un carácter intrínseco en el pensamiento de la mayoría de los dominicanos. ¿Por qué razón nuestra profesión está tan infravalorada?, o ¿Será que contratar los servicios de un arquitecto se ha convertido en un lujo?
Son muchas las interrogantes que surgen con la valoración de estos comportamientos sociales, que dan lugar a la comprensión de una de las tantas dimensiones de la realidad cultural dominicana. Es así como el optar por oficios distintos al de un profesional experto en la creación de diseños de espacios arquitectónicos podría vincularse al desconocimiento y al descrédito asociados a nuestra ocupación.
Mientras que instituciones tan reconocidas como el Project Management Instituto o mejor conocido por sus siglas PMI, promueven que el ciclo de vida de cualquier tipo de proyecto se compone de (5) cinco fases, las cuales son: (1) Inicio, (2) Planificación, (3) Ejecución, (4) Control y (5) cierre. Y a su vez cada una de estas fases tiene responsables y entregables bien definidos, que en el caso de los proyectos de construcción, la fase (1) inicio, conlleva un proceso de conceptualización que solo un arquitecto puede desarrollar efectivamente y luego en la etapa (2) de planificación es donde se comienzan a conformar los equipos y responsables de cada área, como la elección de ingenieros estructurales, sanitarios, eléctricos, en ésta fase también se comienzan a proponer técnicos responsables del desarrollo de cada etapa del proyecto, todo esto bajo la sombrilla de la conceptualización y diseño del arquitecto y los desarrolladores del proyecto.
Pero en nuestro país el orden del desarrollo de un proyecto inmobiliario es opuesto a lo que establecen los expertos en el área, aunque parezca increíble, muy a menudo, quién nos contacta (a los arquitectos) suele ser el maestro de obras o ingeniero, que ya ha sido previamente contratados por los propietarios del proyecto, y en los peor de los casos nos proponen firmar sus diseños y en los mejores casos, estos están abiertos a escuchar algunas de nuestras propuestas para el desarrollo del proyecto por el que fueron contratados.
Es importante destacar que el proceso de formación de estudios de arquitectura puede tomar entre unos cuatro o cinco años, implica el desarrollo de habilidades que permitan entender la disposición de los espacios, la relación entre ellos, las escaladas necesarias, las sensaciones que ellas provocan y en conclusión nos entrega la cualidad de diseñar experiencias. Nuestra profesión nos sensibiliza y nos lleva a convertirnos en humanistas, dándonos la capacidad de entender hasta las necesidades más personales de nuestros clientes y traducirlas en diseño, haciendo la función de un fino sastre que diseña un traje a la medida.
Los arquitectos aparte de considerarnos finos sastres, capaces de diseñar trajes (espacios) a la medida de las necesidades de nuestros clientes, también tenemos la capacidad de descomponer los diseños, de la generalidad, hasta los detalles más minuciosos del mismo. Pasando por definir las terminaciones y especificaciones técnicas y en consecuencia podemos evaluar y asignar los responsables de cada área y justo con esto planificar la ejecución y escenarios económicos del mismo. Es éste mismo proceso el que tantas veces es ignorado, menospreciado e incomprendido por algunos de nuestros potenciales clientes