Cuando Carlos Cabral vio el detrás de cámaras de “Jurassic Park”, película de 1993 dirigida por Steven Spielberg, encontró su camino profesional.
El uso de computadoras para la generación de las imágenes de dinosaurios no distaba mucho de lo que él hacía como diseñador industrial, excepto, claro, porque en lugar de personajes de películas Cabral empleaba los mismos programas informáticos para diseñar… taladros.
“Yo puedo hacer eso con los ojos cerrados”, pensó el joven nacido en Estados Unidos pero de padres dominicanos y criado en Santiago, y decidió lanzarse en busca de un sueño.
Escribió a varios estudios de Hollywood y, habiendo recibido respuesta positiva, vendió todo lo que tenía (“que no era mucho”) y dejó atrás Nueva York para, junto a su novia y con cerca de mil dólares en los bolsillos, irse a California. Allí se hospedó en moteles mientras acudía a entrevistas de trabajo, hasta que obtuvo un empleo y se estableció de manera definitiva en la Meca del Cine.
De ese modo se inició su trayectoria de poco más de dos décadas en el mundo de la animación.
Uno de sus primeros empleos lo obtuvo con la filial norteamericana del estudio que creó la popular franquicia de videojuegos “Final fantasy”, pero la mayor parte de su trayectoria la ha desarrollado en Walt Disney Animation Studios. En esta última empresa escaló peldaños hasta alcanzar el actual puesto de director de personajes y animación técnica, desde el cual supervisa la creación de los personajes y la simulación por computadora del movimiento del cabello y el vestuario en los proyectos a cargo suyo.
Películas populares
Desde las diferentes posiciones por las que ha pasado, Cabral ha puesto su grano de arena en la creación de títulos tan populares como “Enredados” (2010), “Ralph el Demoledor” (2012), “Frozen” (2013), “Grandes héroes” (2014) y “Moana” (2016).
De esa lista, tanto “Frozen” como “Grandes héroes” ganaron el Oscar a mejor película animada, mientras que “Ralph el Demoledor” y “Moana” obtuvieron nominaciones en la misma categoría.
Además, en estas dos décadas Cabral ha visto parte de la evolución y el desarrollo de la animación en el cine.
“Fui a Disney cuando todavía se estaba haciendo animación en 2D”, recuerda sobre sus inicios en largometrajes como “Tarzán”, de 1999, y “El planeta del tesoro”, del 2002 (“Ben, el robot -dice refiriéndose a uno de los personajes de este filme-, lo hice yo enterito”).
Ahora gran parte del trabajo se hace en tres dimensiones (3D), aunque esta tecnología plantea sus propios retos, como el que debió superar el equipo de Cabral para dar vida a la hermosa -y muy realista- cabellera rizada de Moana. El caso ameritó el desarrollo de un software especial.
“La ingeniería no me satisfacía”
De no haberse atrevido a seguir su vocación, la historia de Cabral, quien hasta los 16 años residió en República Dominicana, pudo tomar un rumbo muy diferente.
En un momento de su vida pensó que se dedicaría a otra área, incluso tomó la carrera de Ingeniería Mecánica en Miami Dade College.
“Creciendo aquí (en República Dominicana), tú no vas a ser artista; tú vas a ser ingeniero, doctor, abogado, lo que sea… y después tú puedes dibujar. Yo pasé por todo eso, igual que todos”, comenta.
¿Lo malo? “La ingeniería no me satisfacía”, dice.
Y como siempre se sintió atraído por la combinación de arte y tecnología, optó por pasarse al diseño industrial, profesión que hizo en el Pratt Institute de Nueva York. Por aquel entonces -finales de los 80, principios de los 90- no había dónde estudiar animación por computadora.
Carlos Cabral visitó el país para participar en la más reciente edición del Festival de Cine Global Dominicano.
PROGRAMACIÓN INFORMÁTICA
Las películas animadas involucran grandes equipos no solo de artistas, sino también de personal técnico. Aquí entran en juego profesionales como Gabriela Hernández.
Nacida en República Dominicana y criada en la Gran Manzana, Hernández estudió informática en Fordham University, y trabajó en una empresa del área financiera. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que prefería orientarse más hacia el arte.
“Tenía amigos que estaban en la escuela de artes visuales y me interesó lo que hacían y quería hacer algo más creativo”, cuenta.
Este nuevo interés la llevó a aprender, por cuenta propia, sobre animación y a trabajar en un estudio neoyorquino dedicado a la creación de efectos especiales para comerciales.
Esa fue la preparación para su salto al mundo del cine. Hernández entró a Walt Disney Animation Studios como aprendiz y tras un breve período de entrenamiento se unió a la compañía en el puesto de subdirectora técnica. Luego pasó a ser directora técnica y actualmente se desempeña como supervisora técnica asociada.
La primera película en la que trabajó una vez contratada fue “Grandes héroes” (2014). A esta le siguieron créditos en “Zootopia” (2016), “Moana” (2016) y el corto “Inner workings”.
Hernández desarrolla herramientas para facilitar el trabajo de los animadores. “Analizamos qué procesos son difíciles para ellos y cómo podemos ayudarlos, si necesitan nuevos softwares”, explica.
Esto implica desde personalizar programas existentes hasta desarrollar herramientas propias.
No es un trabajo cualquiera. Aparte del conocimiento técnico en programación, se requieren cualidades como la paciencia (“Cuando los artistas están estresados tú no puedes estar estresado también”, expresa), deseos de aprender y flexibilidad.
Hernández tenía cerca de 15 años que no pisaba tierra dominicana. Volvió para la pasada edición del Festival de Cine Global. ¿Su impresión sobre el cine en el país? “Veo mucha pasión, mucho ánimo y energía”.