El papa Francisco viajó a Singapur el miércoles para el último tramo de su gira por Asia, y llegó a uno de los países más ricos del mundo del mundo desde uno de los más pobres tras una gran misa récord en Timor Oriental.
Después de una breve ceremonia de despedida, Francisco, la delegación vaticana y los periodistas que viajaban con él viajaron a Singapur a bordo del único avión de la aerolínea Aero Dili, un Airbus A320. Aterrizó unas tres horas más tarde en Singapur, donde Francisco no tenía actos públicos programados para el resto del día.
Francisco concluyó su visita a Timor Oriental con un acto el miércoles por la mañana con jóvenes, que suponen la mayoría de sus 1,3 millones de habitantes. Les instó a trabajar juntos para construir su joven país, utilizando los cimientos dejados por generaciones previas que consiguieron la independencia de Indonesia en 2002, para crecer en paz, prosperidad y reconciliación.
“Sigan adelante con la alegría de la juventud, pero no olviden una cosa”, les dijo Francisco. “Son los herederos de quienes los precedieron en la fundación de esta nación. Así que no pierdan su memoria”.
El papa de 87 años, que está en el viaje más largo y lejano de su pontificado, dejó de lado su discurso preparado para improvisar en su español natal, como suele hacer cuando está con jóvenes.
El alegre encuentro se produjo unas horas después de que 600.000 personas —casi la mitad de la población— abarrotaran un parque costero para la misa de Francisco. Se celebró en el mismo campo donde san Juan Pablo II rezó 35 años antes, cuando Timor Oriental estaba bajo una brutal opresión indonesia.
Francisco llegó a Timor Oriental, también conocido como Timor-Leste, para animar a la nación más de dos décadas después de que obtuviera su independencia, ante un contexto de pobreza y alto desempleo.
En sus últimas declaraciones al final de la liturgia, Francisco advirtió a los timorenses actuales que tuvieran cuidado con los “cocodrilos” que llegan a la costa y “quieren cambiar su cultura, su historia”.