Por Patricia Báez Martínez
Ante todo: !Éxitos! Ser ministra en un gobierno de escasas ministras, y encargada de la seguridad nacional, es un gran reconocimiento al trayecto político y profesional ya logrado. Esto también es una gran responsabilidad que -a ciencia cierta- no sabemos aún si Faride Raful sabrá llevar por el camino de los resultados positivos para la nación.
Esta vez la ex senadora tendrá que competir con sus propias palabras, toda vez que desde la oposición criticó la inefectividad del ministerio que hoy empieza a dirigir y la manida reforma policial, el mayor reto de esa cartera, el cual cumple unos 24 años sin que se pueda concretar.
Muchos son los funcionarios que han pasado por esa institución sin pena ni gloria, anunciando programas coyunturales que no sobrepasan el año de implementación y despilfarrando recursos. Creo que ese debe ser otro reto de la autoridad, diseñar estrategias de seguridad efectivas y sostenibles en el tiempo.
Faride es valiente, inteligente, esforzada, nos consta, pero dudamos que pueda vencer las mafias policiales e imponer el orden en esa institución. Tendrá en desventaja lo que para nosotras son sus lauros personales: Ser mujer y joven en una posición de mucho poder. Por tanto, su primera lucha debe ser contra el machismo y los estereotipos que históricamente han anclado a la mujer a posiciones de «ayuda idónea».
No dudo en absoluto de la capacidad de Faride, lo que no está claro desde ahora es que recibirá todo el apoyo que necesita (ojalá y me equivoque) y que los miembros de la Policía Nacional estén dispuestos a cambiar y modernizarse, especialmente siendo mandados por una mujer.
Sin embargo, de ser Interior y Policía un ministerio que puede quemar a la exitosa política, quizá sea este el trampolín para que República Dominicana halle a su Michelle Bachelet. Siempre existe un punto de inflexión.
Apuesto a la mujer.