Presumiendo ser la cuna de una revolución, París puso en marcha el viernes sus primeros Juegos Olímpicos de Verano en más de un siglo con una fastuosa e inédita ceremonia, que exhibió la tenacidad de la ciudad durante un día que comenzó con un presunto sabotaje a la red ferroviaria de alta de velocidad de Francia.
Pero el inicio de la gala a las 7:30 de la noche despertó la euforia.
Francia decidió realizar una audaz ceremonia, la primera fuera de un estadio. Docenas de gobernantes y dignatarios hicieron acto de presencia y el resto del mundo estaba pendiente del teatro al aire libre que París mostró.
Más de 6.000 deportistas iniciaron el desfile sobre las aguas del río Sena, en un recorrido por los lugares más emblemáticos de la ciudad que se concibió para agigantar el ego de los franceses.
En los márgenes del Sena y desde los balcones, los espectadores reaccionaron fascinados con el paseo de las embarcaciones.