Cuando el conflicto entre las partes no podía escalar más allá, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan dio un paso más y, según informó el diario New York Post, ofreció una recompensa de medio millón de dólares por cualquier información que conduzca a la captura de uno de sus principales enemigos. Claro, no hablamos de otro político, ni de un terrorista, aunque para Erdogan lo haya puesto en la lista de los principales. Se trata de Enes Kanter, el mejor jugador de básquet turco de los últimos 15 años y NBA desde hace 12 años hasta hace pocos meses. Talentoso pivote que desde 2021, cuando consiguió la nacionalidad estadounidense, se llama Enes Freedom (Libertad), un cambio de apellido que también tiene que ver con la pelea con su familia y, lógicamente, con sus creencias político y religiosas que lo han hecho enfrentarse duramente a Erdogan y su partido Justicia y Desarrollo, fundado en 2001.
“Debido a mi plataforma y el lugar que ocupo, cada vez que digo algo, va a todas partes y el gobierno turco odia eso. Están realmente hartos de eso, y dijeron ‘ya es suficiente’ y están haciendo todo lo posible para callarme. Pero lo de la recompensa convierte la situación en algo muy peligroso. Antes, la inteligencia turca estaba detrás de los nombres de la lista, pero ahora todo el mundo lo hará por el dinero”, señaló el jugador. No obstante, aseguró que no desistirá en su objetivo: “Realmente quiero mostrar al mundo cómo es Erdogan. Los líderes de occidente juegan con un dictador”, completó dejando claro que la información del Post era verídica.
En la actualidad, el jugador de 29 años reside en Washington DC, protegido por el FBI y la policía local, tras jugar su último partido en la NBA hace casi un año, el 8 de febrero del 2022, cuando todavía estaba en Boston. Ya hacía un par de años que Enes venía perdiendo protagonismo en la NBA, básicamente porque sus habilidades son ofensivas y las prestaciones defensivas eran tan pocas que lo dejaban expuestos en una nueva NBA con jugadores más versátiles, rápidos y fuertes que juegan en distintas posiciones. Freedom es más un interno de la vieja guardia, con muchos recursos para anotar cerca del aro pero que no hizo la transición a ser un interno con un mejor tiro de tres puntos -esencial hoy en día- y más dinámico. Eso, sumado a sus históricas debilidades defensivas y en el rebote, lo fueron sacando de las rotaciones. Sus últimos dos intentos, en Boston y Portland, terminaron igual: casi sin minutos. Hoy está buscando equipo, pero tiene un gran problema: sólo puede ser en Estados Unidos, debido a que su enfrentamiento con Erdogan es tan grande que hace años teme con salir del país por miedo a represalias.
Enes es nacido en Zurich, Suiza, pero se crio en Turquía, primero en Ankara y luego en Estambul, donde se mudó para comenzar a jugar en el famoso Fenerbahce, llegando a debutar en el primer equipo. Pero, con apenas 17 años, decidió mudarse a Estados Unidos para jugar, estudiar y estar más cerca de la órbita NBA. En los dos primeros secundarios que eligió no pudo jugar por ya tener un contrato profesional con Nike y en el tercero, en California, pudo hacerlo y se destacó, llegando al prestigioso Nike Hoop Summit, un duelo que enfrenta a los mejores prospectos jóvenes de USA con los internacionales. Su gran actuación, con 34 puntos -un récord de la historia- y 13 rebotes, lo ubicaron en la cima de los reclutamientos universitarios posibles para el año siguiente.
Primero tomó la decisión de aceptar la beca de la Universidad de Washington, pero días después se arrepintió y prefirió la de Kentucky, una de las facultades más prestigiosas, a la espera de la aprobación de la cúpula máxima del básquet universitario. Pero, en noviembre del 2010, las noticias no fueron buenas para el jugador y los Wildcats: la NCAA anunció la suspensión del status del jugador amateur tras una investigación que arrojó que, en la temporada 2008/2009, el jugador había recibido 33.000 dólares por parte del Fenerbahce. Las pruebas las dio el propio club luego de que Kanter, su apellido en aquel momento, había decidido irse a USA en vez de aceptar el traspaso millonario al Olympiacos griego, que estaba desesperado por sumar al interno joven más prometedor de Europa -junto al lituano Valanciunas. Está claro que, desde un primer momento, el camino de Enes siempre ha estado envuelto de problemas y polémicas.
Zapatillas usadas por Enes Freedom que hablan de la tiranía en Turquía
Pero tanto era su talento que, pese a estar un año sin jugar, fue seleccionado en la posición N° 3 en el draft 2011 de la NBA. Utah Jazz se quedó con sus servicios y las partes rubricaron un contrato por 13 millones de dólares y tres años, con apenas 19 recién cumplidos. La corta edad y su inexperiencia hicieron que jugara poco en sus primeras dos temporadas hasta que en la tercera mostraría su gran talento: 12.3 puntos y 7.5 rebotes en casi 27 minutos. No renovó contrato con el Jazz, que antes de perderlo por nada lo incluyó en un triple canje que lo depositó en Oklahoma City, donde demostraría su mejor nivel, luego de firmar un acuerdo por tres años y 40 millones y tener una gran primera temporada (18.7 puntos y 11 rebotes). En 2017 fue parte del cambio de OKC y los Knicks por la estrella Carmelo Anthony. En Nueva York tuvo momentos interesantes (14 puntos y 10.8 rebotes, sus promedios en dos temporadas) mientras terminaba de llegar a los 100 millones en contratos, con apenas 26 años. Pero los Knicks lo dejaron en libertad y allí comenzó un derrotero sin resultados, en Portland y Boston, hasta estar hoy sin equipo.
Pero antes de ese declive, comenzaron los cortocircuitos con su país y especialmente con Erdogan. Puntualmente en 2013, luego de haber jugado su primer -y último- torneo con la selección, el Eurobasket de Lituania en 2011. Una lesión le impidió presentarse en un segundo torneo y la relación entre jugador y selección empezó a tener mal color cuando Kanter posteó un inequívoco “hahahahaha” después de varias derrotas del equipo.
Otra lesión impidió su convocatoria en 2014, aunque el jugador se quejó que desde la federación le restaron credibilidad a sus problemas físicos. Al año siguiente llegó al verano sin problemas físicos y en su mejor momento, en Oklahoma. Sin embargo, tampoco fue convocado y hubo versiones encontradas. Cuando tuvo que justificar la ausencia del mejor jugador de turco del momento, el técnico nacional dijo que aún esperaba las disculpas por los incidentes de los veranos anteriores. Kanter contó otra parte de la historia. “Las razones no representan la verdad. La razón por la que no fui incluido en el plantel es por los valores en los que creo y por mi posición política”, aseguró. Arrancaba otra lucha.
Por aquel entonces, Kanter era ya un reconocido seguidor de Fethullah Gülen, el líder del movimiento Hizmet (“El Servicio”, en turco), una corriente política, social y religiosa que con el tiempo se convirtió en archienemiga del gobierno de Erdogan, pese a que durante muchos años ambos líderes habían sido aliados. Mucho tuvieron que ver las divisiones entre las corrientes islamistas existentes, que incluyen el movimiento Hizmet y el AKP de Erdogan, y los seguidores de Mustafa Kemal,el fundador del país que defendía un Estado secular (NdeR: contra la espiritual, lo divino, lo santo). Gülen apoyó al principio a Erdogan porque quería un modelo de Estado más religioso. Pero la sociedad política se rompió en 2013, cuando el gobierno tomó medidas contra muchos colegios -siendo la educación un bastión de Gülen- como parte de un intento para frenar el crecimiento de la corriente Hizmet.
Desde ahí la grieta se fue incrementando y Kanter tomó partido decididamente, desde USA. Todo explotó luego del frustrado intento de golpe de estado que sufrió Erdogan, el 15 de julio del 2016, y del que acusaron a Gülen de ser el cerebro, desde su exilio en USA. Así fue que las malas relaciones de Kanter con su país dejaron de ser deportivas para pasar a ser políticas. El jugador no se anduvo con chiquitas y calificó a Erdogan de “dictador” y de ser “Hitler de nuestro siglo”. Así fue que su cuenta de Twitter fue bloqueada en Turquía y hasta su padre se despegó de la posición del hijo. “Pido perdón ante el pueblo turco y ante el presidente por tener un hijo así”, dijo Mehmet Kanter, quien admitió que desde 2015 no hablaba con su hijo por estar “hipnotizado” en el culto hacia Gülen. Su primo, Bilal Kanter, acusó al movimiento de aprovecharse de la fama y dinero de Enes para ganar publicidad en su enfrentamiento con Erdogan. Más leña al fuego.
Enes Freedom durante una de sus últimas presentaciones como jugador en el 2022 (Foto: USA TODAY Sports)
El jugador no se quedó callado y respondió a su padre en forma de una carta abierta publicada en su prohibida cuenta de Twitter. “Hoy he perdido a quien durante 24 años había llamado mi familia. Mi propio padre quiere que cambie mi apellido. La madre que me dio a luz me ha rechazado. Sacrificaré a mi padre y a mi madre por esta causa. Que Dios tome cada segundo de mi vida y se lo dé a mi valiente Maestro”. Así decían las líneas más duras de la primera carta de quien firmaría como Enes (Kanter) Gülen. Fuerte. Muy fuerte.
Claro, Erdogan tomó nota y comenzó a perseguir al NBA. A tal punto que en 2017 el jugador no viajó a Londres con los Knicks para abrir la temporada en un partido en terreno europeo. Por miedo, informó. “Lamentablemente, no voy a ir a causa de ese loco lunático, el presidente turco. Existe la posibilidad de que me maten por ahí. Por eso he hablado con los directivos de los Knicks. Es bastante triste que todo esto afecte a mi carrera, porque quiero estar en la cancha ayudando a mi equipo a ganar. Pero solo por ese tipo loco, un maníaco, un dictador, no puedo ni viajar. Solo hago mi trabajo. Es bastante triste”, declaró. Ya había un antecedente previo: en mayo del 2017 el NBA fue retenido en la aduana de Bucarest debido a que Turquía había retirado su pasaporte. Gracias a las gestiones de directivos de la NBA con miembros del Departamento de Estado de Estados Unidos, Kanter pudo volar a Londres, antes de regresar a Nueva York. Pero el incidente dejó claro que un problema diplomático serio estaba a las puertas de desatarse.
“Erdogan eligió a Gülen como chivo expiatorio del golpe. Aquel viernes por la noche yo estaba con él en su casa, en la misma habitación, y cuando uno de sus asistentes nos trajo la noticia, todos quedamos en shock. Vi con mis propios ojos lo que hizo: sentarse en su silla y rezar por su país. Por eso soy muy franco con este tema”, comentó Enes, quien no ha sido el único deportista famoso con enfrentamientos con Erdogan. En 2019, la Justicia del país publicó una orden de arresto contra Hakan Sükür, el máximo goleador del seleccionado de fútbol que perteneció al AKP y llegó a ser diputado en Estambul hasta que renunció tras el movimiento del Gobierno contra las escuelas de Gülen.
Desde aquel intento de golpe, Erdogan ha lanzado una campaña brutal e indiscriminada contra los opositores, a quienes acusa directamente de terroristas. “Lo único que aterrorizo es el aro”, bromeó Kanter en Twitter antes de ver aquel duelo de NY y Washington, en Londres, por TV. Los reportes opositores aseguran que, desde aquel golpe, Erdogan ha detenido cerca 300.000 personas y 150.000 han sido despedidas de sus trabajos, cerrando 189 medios de comunicación. Incluso han denunciado que Turquía es el país con más periodistas encarcelados del mundo. “Yo seguiré haciendo lo mismo: usando mi historia para contar la historia de otra gente. Creo que es muy importante que el mundo conozca lo que está pasando en Turquía porque ahora Erdogan está abusando de su poder para violar los derechos humanos y no hay libertad, libertad de prensa, democracia. Por eso quiero que todo el mundo sepa lo que está pasando”, dijo.
Lo hizo a riesgo de que este perfil perjudique su carrera deportiva. “Por supuesto que siento que eso pasa. ¿Qué equipo va a querer lidiar con este tema? Este verano seré agente libre y este asunto asusta a algunos equipos, pero creo que lo que estoy haciendo es mucho más grande que el baloncesto y mucho más grande que la NBA. Por eso seguiré hablando de ello. No soy político, ni periodista, solo soy un jugador y estoy intentando concientizar a la gente de lo que pasa”, admitió. Freedom ha mostrado su activismo anti-China en los últimos años. Al Comité Olímpico Internacional le pidió cambiar la sede de los Juegos de Invierno por la sistemática violación de los derechos humano que ha ejercido China.
También criticó a Nike por sus relaciones comerciales con el régimen comunista y a LeBron James por su posición en el conflicto chino con Hong Kong. “El dinero por encima de la moral del Rey”, escribió cuando James evitó hablar del tema “hasta entender mejor la situación”. Enes dejó claro que su postura perjudicaba su continuidad en la NBA. “Nunca lo admitirán, pero creo que me están excluyendo. Se trata de una organización 100% estadounidense, pero está siendo controlada y dirigida por la dictadura más grande del mundo, China”, pegó el pivote. Desde la oficina de Adam Silver salieron a cruzarlo. “La NBA no ha tenido participación en las decisiones de la lista del equipo que involucran al señor Freedom”, dijo el portavoz Mike Bass ante el New York Post. Incluso el comisionado aseguró en marzo pasado que no había censura sobre él. “Hablamos directamente sobre sus actividades esta temporada. Y le dejé absolutamente claro que tenía todo el derecho de hablar sobre los temas que le apasionaban”, dijo.
Diferente fue su camino hacia Estados Unidos, país donde tiene su residencia y que valora sin miramientos. Así lo dejó claro cuando criticó a LeBron, Colin Kaepernick y la nueva generación de atletas activistas que se han pronunciado sobre violaciones de los derechos humanos en su país. “Siento que deberían mantener la boca cerrada y dejar de criticar a la nación más grande del mundo y deberían centrarse en sus libertades, derechos humanos y la democracia”, pegó. Palabras que levantaron polémica en el deporte estadounidense y que él, más tarde, trató de poner en contexto: “Lo que quise decir fue que la gente debería sentirse afortunada y bendecida de estar en esta situación (en Estados Unidos). Obviamente que hay muchos problemas en el país, no lo niego, como el racismo definitivamente está en la parte superior de la lista. Pero lo que quise decir es que al menos no están en un país como Turquía, Siria, Corea del Norte, Venezuela o Bielorrusia”, completó, en otro capítulo polémico.
Por lo pronto, en apenas seis años, Enes ha pasado de ser la gran esperanza de un país que ama el básquet a convertirse en un “terrorista” por el gobierno de turno, con un precio por su cabeza. ¿Hasta dónde escalará esta locura?